lunes, 25 de enero de 2010

Lección 5 Para el 30 de enero de 2010: El fruto del Espíritu es paciencia


Sábado 23 de enero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Génesis 6:3; Éxodo 34:6; Marcos 4:26-29; Romanos 15:5; Efesios 4:1, 2; Santiago 1:2-4.

PARA MEMORIZAR:
“Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Heb. 10:36).

EN GRIEGO, SON DOS LAS PALABRAS que expresan el significado de “paciencia”, otro fruto del Espíritu. La primera es hupomoné, traducida como “resistencia, constancia, y entereza” en circunstancias que no pueden ser cambiadas. La segunda palabra, makrothumía, significa “longanimidad”, “de gran disposición”. Es lo opuesto a “genio rápido”, “impaciente”, y “que se frustra fácilmente”. En general, significa mantenerse sin ser descarrilado por la adversidad. Generalmente se aplica a tener paciencia con la gente.

Una persona paciente es apacible, amable y constante en toda circunstancia. La verdadera prueba de la paciencia no está en la espera, sino en cómo se conduce uno mientras espera. “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Sant. 1:4).

Llegar a ese punto requiere práctica, demanda la gracia de Dios, y una disposición de poner el yo a un lado y entregarse a la dirección del Espíritu Santo. Las buenas noticias son que, si aprendemos paciencia, estaremos en condiciones de recibir también muchas otras bendiciones de Dios.

Domingo 24 de enero: LA PACIENCIA ES UN ATRIBUTO DE DIOS (Éxo. 34:6)

“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxo. 34:6).

Una de las muchas historias bíblicas que ilustran la paciencia de Dios es lo de su trato con Nínive. El profeta Jonás reconoció la paciencia de Dios: “Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal” (Jon. 4:2).

Nota algunas de las otras cualidades con las que se combina la paciencia en Éxodo 34:6. La gracia de Dios, la misericordia, la compasión, la bondad y la verdad protegen y sostienen aun a los pecadores más empedernidos a fin de darles el mayor tiempo y oportunidad para cambiar su vida. Si Dios eliminara a las personas con la misma rapidez con que los seres humanos frecuentemente lo hacemos, todos estaríamos muertos.

¿Por qué Dios es paciente con los pecadores? (2 Ped. 3:8, 9). ¿Cómo has visto la realidad de esta verdad manifestada hacia ti mismo y hacia otros?

Si alguien te preguntara cómo te imaginas a Dios, ¿cómo lo describirías? Esto es revelador, porque la forma en que un cristiano piensa acerca de Dios tiene mucho que ver con su concepto del mundo y con cómo trata a otros. Si viéramos a Dios como airado y listo para castigar, ¿de qué manera trataríamos a otros en la iglesia y en nuestros hogares?

¿Cómo podemos aprender a hacer lo que Dios nos llama a hacer según Romanos 15:5?

Lunes 25 de enero: SE REQUIERE PACIENCIA (Efe. 4:1, 2)

Lee Efesios 4:1 y 2. Considera los elementos que Pablo presenta a los que han de “andar como es digno” del Señor. Entre ellos está la paciencia. ¿De qué manera se vincula la paciencia con los otros atributos presentados? Es decir, ¿de qué modo se nutren unos a otros?

La iglesia es una mezcla de personas de diversos trasfondos y culturas. También incluye a personas que están en distintos peldaños de la escalera hacia la madurez. Se necesita paciencia para ser capaz de llevarse bien donde hay tantas diferencias. Los que son más maduros pueden verse tentados a ser impacientes con los que son menos maduros. A pesar de que a ellos les llevó años llegar al nivel actual de conocimiento, a menudo los maduros no están dispuestos a dar a los inmaduros la misma cantidad de tiempo y estudio para alcanzar su nivel de conocimiento y comprensión.

¿Cuál es el consejo de Pablo acerca de cómo hemos de tratar con los que son débiles en la fe? Rom. 14:1; 15:1.

La paciencia en la iglesia es una cosa. Pero ¿qué diremos de la paciencia en el hogar? ¿Cuáles son algunas de las cosas que nos vuelven impacientes con otros miembros de nuestra familia? ¿Cuánto tiempo deberíamos orar por los miembros de la familia que están fuera de la fe? ¿Has conocido a alguien que oró por un ser amado durante muchos años hasta que la persona entregó su corazón al Señor? ¿Cuáles son algunas maneras prácticas en las que podemos aprender a cultivar la paciencia con los miembros de la familia? ¿Por qué la muerte al yo aquí es tan importante?

Además, si podemos ser pacientes en casa, con los que siempre están delante de nosotros, entonces probablemente seremos pacientes también con otros.

Piensa acerca de la paciencia que el Señor ha tenido contigo. ¿De qué modo mantener esta realidad constantemente ante ti te ayuda a aprender a mostrar paciencia hacia otros? Si el Señor te tratara como tú tratas a otros, ¿cuál piensas que sería tu destino?

Martes 26 de enero: LA PACIENCIA EN EL EVAVANGELIO (2 Tim. 4:2)

Predicar y enseñar el evangelio es una de las áreas más difíciles en las cuales ejercitar paciencia. La mayoría de nosotros somos demasiado impacientes con la gente que no conoce la verdad o no parece interesarse en ella. Pero en un mundo lleno de falsas doctrinas y prejuicio contra la verdad, debemos ser pacientes al procurar conducir la gente a Cristo. Es demasiado fácil sacudir la cabeza y decir: “¿Por qué no lo entienden? La verdad es tan sencilla”.

La verdad siempre es clara para la persona que no está mirándola a través de los lentes de las falsas doctrinas, la tradición, la familia, etc. Debemos ser pacientes al procurar abrir las mentes, y desatar los tentáculos del prejuicio y las falsas enseñanzas que los atan al error y la tradición.

Lee Marcos 4:26 al 29. ¿Cuáles son algunas lecciones prácticas acerca de la paciencia para ganar almas, que surgen de esta parábola?

Tenemos la tendencia a pensar que, cuando alguien estudia una doctrina bíblica específica y no la acepta de inmediato, debe significar que la persona ha rechazado la verdad. Sin embargo, ese no siempre es el caso. El hecho es que la conversión puede ser un proceso largo y complicado que, a veces, podría llevar años. Aunque muchos de nosotros podríamos estar ansiosos de ver el fruto inmediato de nuestras labores, no siempre ocurre así. Lo importante es que, en nuestro celo, no lleguemos a ser un obstáculo para alguien; es decir, no debemos empujar tan fuerte que la persona se desanime. Pero más importante todavía es que nunca debemos condenar o juzgar a alguien que no hace un compromiso con las verdades que amamos tanto, en el momento en que pensamos que debería hacerlo. Tus labores, tu trabajo por la persona, podrían bien ser un paso importante en un proceso que puede no dar frutos hasta años más tarde. Sencillamente no lo sabes. Lo vital es no arruinarlo todo condenando o criticando a la persona.

¿Qué punto vital se encuentra en 1 Samuel 16:7 que siempre deberíamos recordar en este contexto (y en otros también)?

Miércoles 27 de enero: LA PACIENCIA TIENE SUS LÍMITES (Gén. 6:3)

No hay manifestación más grande de paciencia que la que Dios muestra hacia a los seres humanos. Pero debemos comprender que aun la grande misericordia de Dios tiene un límite.
La paciencia de Dios duró 120 años en los días de Noé, mientras se preparaba el arca (1 Ped. 3:20). Pero llegó el momento cuando la obstinación de la gente agotó la paciencia de Dios, y él destruyó la tierra con un diluvio.

Lee Génesis 6:3. ¿Qué principio importante aparece allí?

En el caso de Sodoma y Gomorra, de Israel en el desierto, y de la cautividad babilónica, ¿qué actitud de parte de la gente motivó las consecuencias que sufrió el pueblo? Deut. 31:27; Sal. 95:8; Jer. 17:23.

Podría alegarse que, siendo que la paciencia de Dios se agotó, esto nos da permiso para hacer lo mismo. Pero cuando estudiamos la historia de la paciencia de Dios, se hace evidente que esta no duró un día, una semana, o aun un año. A menudo pasaban generaciones antes de que su paciencia se agotara, lo cual, por supuesto, no es una opción abierta para nosotros.

¿Habrá algún punto en el que nuestra paciencia pueda agotarse legítimamente cuando tratamos con personas en una situación difícil? Depende de lo que eso significa. Podríamos decidir que hemos soportado suficiente de cierta situación y concluimos que eso debe terminar. Pero esto no es lo mismo que ser criticón, no amante o cruel en el proceso. Podría ser el momento de actuar, pero esa acción nunca debería ser contraria a los principios de la bondad, el amor y el interés por el bien de los demás.

Medita en situaciones en las que tu paciencia se agotó legítimamente, y en forma ilegítima. ¿Cuál fue la diferencia entre las dos? ¿Qué aprendiste de esas experiencias? Si tuvieras que hacerlo de nuevo, ¿qué harías en forma diferente?

Jueves 28 de enero: CÓMO DESA RROLLA R LA PACIENCIA (Sant. 1:2-4)

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte nada” (Sant. 1:2-4). ¿Cuál ha sido tu experiencia con la realidad de estos versículos? ¿Qué aprendiste de las diversas pruebas que afrontaste que, al fin, te han hecho una persona mejor, que refleja mejor el carácter de Jesús?

La palabra griega para “pruebas”, que a veces se ha traducido como “tentaciones”, es la palabra peirázo, que tiene el significado más amplio de “probar” o “tomar un examen”. El diablo nos prueba o tienta a hacer lo malo. Las pruebas o tentaciones que Dios permite que nos sobrevengan tienen el propósito de desarrollar nuestro carácter.

“Las pruebas de la vida son los instrumentos de Dios para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Mientras nos labran, escuadran, cincelan, pulen y bruñen, el proceso resulta penoso, y es duro ser oprimido contra la rueda de esmeril. Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial. El Señor no ejecuta trabajo tan consumado y cuidadoso en material inútil. Únicamente sus piedras preciosas se labran a manera de las de un palacio” (DMJ 15).

Sin embargo, esto no significa que toda prueba proviene de la providencia divina. Frecuentemente, nos acarreamos sufrimientos sobre nosotros mismos por desobediencia; además, a menudo las pruebas y sufrimientos son simplemente el resultado de lo que significa vivir en un mundo caído y pecaminoso donde tenemos un enemigo que nos odia (1 Ped. 5:8). No obstante, lo que esto significa es que por medio de una entrega completa de nosotros mismos al Señor, aferrándonos a él con fe y obediencia, no importa lo que atravesemos, podremos salir mejores o más refinados, si permitimos que Dios obre en nosotros. Nadie dijo que sería divertido. La vida aquí a menudo no es divertida, pero se nos da la maravillosa promesa: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).

Viernes 29 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“En su trato con la raza humana, Dios sobrelleva con paciencia al impenitente. Usa a sus instrumentos designados para inducir a los hombres a que sean leales, y les ofrece su perdón pleno si se arrepienten. Pero como Dios es paciente, los hombres abusan de su misericordia. ‘Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal’ [Ecl. 8:11]. La paciencia y la magnanimidad de Dios, que debiera enternecer y subyugar el alma, tienen una influencia completamente distinta sobre los descuidados y pecaminosos. Los induce a desechar las restricciones, y los hace más decididos en su resistencia. Piensan que Dios, que durante tanto tiempo los ha tolerado, no tendrá en cuenta su perversidad. Si viviéramos en una dispensación de retribución inmediata, las ofensas contra Dios no ocurrirían con tanta frecuencia. Pero, aunque se demore, el castigo no por eso es menos seguro. Hay límites aun para la tolerancia de Dios. Se puede llegar al límite de su paciencia, y entonces él castigará con toda seguridad. Y cuando trate el caso del pecador insolente, no se detendrá hasta haberle dado fin completo”. –“Comentarios de Elena G. de White” (CBA 3:1184).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Decir que Dios es paciente no es lo mismo que decir que él es tolerante. ¿Cuál es la diferencia entre paciencia y tolerancia, y por qué es fácil confundir ambas?

2. Al considerar la vida de Cristo, ¿de qué modo revela lo que significa la paciencia? ¿Cuáles son algunos ejemplos destacados que muestran su paciencia? ¿Qué ejemplos provee él, si hubo alguno, de situaciones en las que la paciencia ya no era más apropiada?

3. Medita sobre las pruebas y el carácter. Sin duda las pruebas pueden mejorar nuestro carácter en muchos casos. Al mismo tiempo, ¿qué sucede cuando las pruebas amargan a las personas, las apartan de Dios, y las hacen cínicas y llenas de dudas? ¿Has visto alguna vez que esto le suceda a alguien? Si es así, ¿qué puedes aprender de esa experiencia?

4. Además de pruebas, ¿de qué otras maneras puede Dios enseñarnos paciencia? ¿Cómo has aprendido (o estás aprendiendo todavía) la lección de la paciencia?

5. ¿Hay alguien a quien debas pedir disculpas por tu falta de paciencia? ¿Por qué no humillarte y presentar la disculpa y hacer cualquier cosa necesaria para arreglar la situación? ¿No es eso lo que debe hacer un cristiano?

domingo, 24 de enero de 2010

Ocasiones perdidas en nuestra Escuela Sabática

Estimad@s amig@s de “La Escuela Sabática… con otros ojos”:

El otro día recibí este estupendo artículo, escrito por Juanfer para el blog “A LA PUERTA…” Sitio, por cierto, que os recomiendo con entusiasmo:


http://yoestoyalapuerta.blogspot.com/


Inmediatamente me puse en contacto con su administrador, pidiéndole permiso para publicar dicho artículo. Éste me remitió a Juanfer, quien me dio autorización para hacerlo. Así que aquí lo tenéis. Es la primera vez que publicamos como entrada algo que no es la propia lección de ES. Pero es que me pareció tan perspicaz, que estoy seguro de que lo apreciaréis como yo. Un abrazo para tod@s.


«Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y al verlo pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo» (Luc. 10: 31-32).

Me encanta la escuela sabática. Es la parte de nuestro culto que más me enriquece, pues favorece el debate constructivo y profundo (el grado en que se consiga depende, en parte, de la apertura y habilidad del conductor de la clase). He aprendido mucho de nuestros queridos “libritos” trimestrales, así que doy gracias a Dios por ella.

Me gusta que la guía de estudio se sumerja a fondo en los temas. En cambio, me deja insatisfecho que eluda los más difíciles o enjundiosos. Esto me ocurre por ejemplo cuando veo cómo el autor correspondiente pasa de puntillas sobre las matanzas del Antiguo Testamento, sobre todo si quien las ordena es Dios mismo.

El tema tabú por excelencia en nuestra iglesia

Pero lo percibo aún más claramente en el tema del poder. El poder (humano sobre humanos) en cuanto tal. ¿Alguien recuerda algún trimestre dedicado a él? ¿Alguna lección semanal? Quizá me falla la memoria, pero yo no. Me refiero al poder en general, pero sobre todo al que se ejerce dentro de la iglesia. Y a los dirigentes de ésta.

La primera pregunta sería: ¿Por qué se trata de un asunto marginado?

Pero ocasiones no faltan. A fin de cuentas, y esto es de agradecer, las guías de la escuela sabática estudian todos los libros de la Biblia. Y la Biblia habla (mucho) del poder. Nos enseña, por ejemplo, que la rebelión satánica obedeció a un afán de dominar y prevalecer (así entendemos Isa. 14: 12-14; Eze. 28: 12-17 y Apoc. 12: 7). Y que, como fruto de ese afán, el Enemigo logró al menos ser el líder de la Tierra. «Príncipe de este mundo», lo llama el propio Jesús (Juan 12: 31). Los adventistas del séptimo día ponemos mucho énfasis en que la historia de la humanidad tiene como trasfondo el “conflicto cósmico” entre Dios y Satanás. Una lucha por el poder entre el Único con derecho a él y su vil adversario. Además sabemos que en Cristo todos somos hermanos e iguales en dignidad y derechos (que Dios rechaza la distinción de personas es un principio que se repite no menos de quince veces en la Escritura: ver, p. ej., Deut. 10: 17; Hech. 10: 34 y Rom. 2: 11). Sin embargo, no hacemos el mismo hincapié en una lógica consecuencia de ello, y es que nadie tiene derecho a abusar de nadie ni dentro ni fuera de la iglesia. Es rarísimo, por ejemplo, oír predicar sobre Mateo 20: 25-26.

Volviendo a la escuela sabática, en los últimos años hemos tratado más de una vez el asunto de los dones del Espíritu. Algunos de ellos tienen que ver con el liderazgo en la iglesia (ver Efe. 4: 11). Pero no abundan los análisis acerca de cómo debe ser ese liderazgo y de cómo suele ser en la práctica. Una pena, porque quizá del contraste, mayor o menor, que se derivase de ese estudio saldrían lecciones muy valiosas para todos, en particular para nuestros queridos hermanos en posición dirigente.

En el trimestre pasado estudiamos el libro de Números. La séptima lección se titulaba “Lucha por el poder”. La octava, “Sacerdotes y levitas”. El estudio, claro, se centraba en ese libro de la Escritura y hacía bien. Pero era una buena ocasión para haber hecho aplicaciones a nuestro tiempo. En algún grado, escaso, las hacía, pero en sentido unidireccional, enfatizando los deberes hacia los dirigentes (p. ej., el de orar por ellos). Necesario, pero quizá insuficiente. Además, hubo maestros y pastores que, en clases y predicaciones, hicieron aplicaciones en la misma línea. Algunos subrayaron lo peligrosas que son las “murmuraciones” (críticas o chismorreos) contra los dirigentes, como lo demuestran –decían– las que en su día sufriera Moisés (ver, p. ej., Núm. 14: 36). Pero olvidaban recalcar que éste era profeta de Dios, en un contexto teocrático de frecuentes intervenciones divinas, cosa que no ocurre con los dirigentes actuales. Tanto el librito como muchos maestros y predicadores perdieron la ocasión de plantearse por qué pueden surgir las críticas. ¿Obedecen siempre a un espíritu destructivo, y/o, como en la rebelión de Coré (Núm. 16), a un afán de hacerse ilegítimamente con el poder?

La última ocasión perdida

La lección de esta última semana perdió otra valiosa ocasión, y eso que esta vez parece que el propio autor preparó el terreno. El tema general era el amor y en la parte del jueves 7 de enero del presente 2010 se abordaba la cuestión del prójimo, magistralmente ilustrada por Jesús en la parábola del Buen Samaritano (Luc. 10: 25-37). De repente, en la parte central de esa página la guía cierra así el bloque de preguntas: «¿Por qué puso Jesús, específicamente, gente religiosa, incluso líderes religiosos, en el papel de “los malos”? ¿Qué lección hay allí también para nosotros?» (cursiva añadida).

Confieso que temblé de emoción al leer eso, aunque ya intuía el desenlace: tras las citadas cuestiones, la página continúa con el correspondiente espacio para que el estudiante anote su respuesta. Le sigue otro párrafo del autor en el que uno espera que él dé la suya… ¿y qué me encuentro? Pues una paráfrasis, interesante pero genérica, de Mateo 25: 35-36. Así ocurre tanto en la versión inglesa como en la española de la guía de estudio. Una vez más, la frustración se había consumado.

Quiero creer que no soy el único lector de esa lección que, llegado a ese punto, y alentado por los sugestivos planteamientos del propio autor, se preguntó: “¿Por qué Jesús no hizo pasar ante el herido a un judío ‘de a pie’, que no fuera de la casta dirigente?” A fin de cuentas, eso es lo que era el judío herido y tampoco se nos dice que fuera un dirigente (sí muy diligente) el samaritano que lo atendió (del pueblo judío no podía serlo, por supuesto).

Quizá tampoco sea yo el único que entonces recordó los frecuentes encontronazos que tuvo el Maestro con los gobernantes de su tiempo. Por cierto, a la hora de denunciarlos no se anduvo con chiquitas (ver, p. ej., Mat. 23). A los «principales sacerdotes» y «ancianos del pueblo» llegó a asegurarles que «los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios» (Mat. 21: 31). Sin olvidar que fueron ellos, los dirigentes del pueblo escogido, quienes acabaron llevándole a la muerte (ver, p. ej., Juan 11: 47-53).

Naturalmente, hoy las cosas no son exactamente iguales que entonces. Para empezar, Jesús-hombre ya no está físicamente entre nosotros. Y la iglesia, aunque a veces se diría que creemos otra cosa, no es una teocracia.

Sin embargo, como en el tiempo de Jesús, los dirigentes siguen siendo humanos falibles que pueden caer, y de hecho caen, en la tentación del poder. Algo, propio de «los gentiles», que debería estar desterrado entre nosotros, ya que Cristo dijo: «Entre vosotros no será así» (Mat. 20: 25-26).

Por ello resulta triste comprobar cómo una y otra vez se elude esa importante cuestión. Así ocurre incluso cuando la temática abordada tiene mucho que ver con ella. Y es lamentable, en primer lugar, porque debemos preguntarnos si estamos cumpliendo la instrucción del Maestro. Un análisis imparcial y constructivo de este asunto podría hacernos mucho bien. A todos, pero de manera muy especial a nuestros hermanos dirigentes.


Por Juanfer
(
http://yoestoyalapuerta.blogspot.com/)

lunes, 18 de enero de 2010

Lección 4 Para el 23 de enero de 2010: El fruto del Espíritu es paz


Sábado 16 de enero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Mateo 8:23-27; 11:28, 29; Romanos 5:1-11; 12:9-21; Hebreos 12:14; Colosenses 3:13-15.

PARA MEMORIZAR:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:17).

COMO CAMPEÓN DE LA PAZ, Pablo escribió: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efe. 4:3). La palabra griega traducida aquí como “solícitos” es un imperativo, excluyendo toda pasividad, cualquier actitud de “espera y veamos”. Debemos tomar la iniciativa. Si peleamos y discutimos en nuestros hogares, si formamos bandos en la iglesia, si rehusamos amar y honrar a otros, entonces estamos negando la paz de Dios en Jesucristo, la cual él estableció en la cruz.

Cuán irónico es tener que pelear por la paz. Eleanor Roosevelt, en una transmisión radial de Voice of America, dijo: “No es suficiente hablar acerca de la paz; debemos creer en ella. Y no es suficiente creer en ella; debemos trabajar por ella”. La paz que Cristo ganó para nosotros también requiere esfuerzo, duro trabajo, y constante autoexamen.

Al estudiar esta semana, debemos preguntarnos: ¿He aprovechado esta paz que Jesús ganó para mí en la cruz? ¿Cómo puedo cooperar con el Espíritu Santo mientras él injerta esa paz en mi vida diaria?

Domingo 17 de enero: PAZ CON DIOS (Rom. 5:1)

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1).

Tener paz con Dios es más que sentirnos cómodos en su presencia. Significa que nosotros, que éramos “en otro tiempo extraños y enemigos en vuestras mentes, haciendo malas obras” (Col. 1:21), hemos sido reconciliados y restaurados al compañerismo con Dios. Estábamos en guerra con Dios pero, por su muerte en la cruz, Jesús ha hecho posible que cesen las hostilidades y que nosotros seamos amigos de Dios y no sus enemigos.

En un sentido, esta paz no es algo que crece en nosotros, comenzando con un poco de paz. Más bien, somos reconciliados con Dios de una vez por todas, por la cruz de Cristo. Es un hecho consumado. Hay otro sentido, sin embargo, por el cual crecemos en paz con Dios. Cuanto más claramente vemos los caminos de Dios y andamos en ellos, tanto más nos apropiamos de su poder para vivir como sus hijos e hijas. En este sentido, la paz con Dios es realmente un fruto del Espíritu.

Al crecer a la madurez como hijos de Dios, experimentamos más y más las bendiciones y beneficios de vivir en su reino hasta que podamos decir: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Sal. 119:165).

Colosenses 1:20 al 22 dice que el pecado no hace que Dios sea misericordioso y perdonador; más bien, el pecado revela que él ha sido así desde la eternidad. El plan de salvación demostró que Dios nos amó y estuvo dispuesto a perdonarnos desde el principio.

Lee Romanos 5:1 al 11, y resume lo que crees que son los puntos principales allí.

Medita sobre esta idea de que solamente por causa de lo que Jesús hizo, por causa de su vida perfecta acreditada a ti por fe, puedes ser perdonado y aceptado ante Dios, no importa cuál haya sido tu pasado. ¿Por qué esta enseñanza es tan importante para nosotros si hemos de conocer realmente la paz?

Lunes 18 de enero: ENCONTRAR PAZ: Parte 1 (Mat. 11:28, 29)

En una escala del 1 al 10 (1 es lleno de paz, 10 es muy ansioso), ¿cómo evaluarías tu vida? Las personas están cada vez más frustradas en su búsqueda de paz personal. En Mateo 11:28 y 29, Jesús hace una invitación. Aunque él no usa la palabra paz, usa una palabra que significa dar descanso, refrescar, reposar, tomar un descanso.

Lee los siguientes versículos: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11:28, 29). ¿Qué nos está diciendo Jesús aquí? ¿Cómo podemos experimentar por nosotros mismos la realidad de esta promesa maravillosa?

Por lo que Jesús está diciendo en estos versículos, ¿nos está proponiendo darnos paz como un regalo, o quiere indicarnos cómo obtenerla? ¿No está Jesús enseñando que la paz personal es un resultado de alguna causa, y nos invita a aprender de él cuál es esa causa?

“El amor a sí mismo es lo que trae inquietud. [...] Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan su alma a su custodia, y su vida para que él la ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna cosa del mundo puede entristecerlos cuando Jesús los alegra con su presencia. En la perfecta conformidad hay descanso perfecto. El Señor dice: ‘Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado’ (Isa. 26:3)” (DTG 298).

¿De qué modo el amor al yo conduce a la falta de tranquilidad personal y a la infelicidad? ¿Cómo podemos aprender a morir al yo y descansar en Jesús? ¿Qué elecciones tenemos que hacer, cada día, que pueden ayudarnos a hacer real la promesa de paz en Cristo? Es decir, ¿qué cosas estamos haciendo, o no haciendo, que nos impiden tener la paz que Jesús nos ofrece?

Martes 19 de enero: ENCONTRAR PAZ: Parte 2 (Juan 14:27)

Se cuenta la historia de dos pintores. Cada uno pintó un cuadro para ilustrar su concepto del descanso. El primero escogió para su escena un lago tranquilo, sereno, entre las montañas lejanas. El segundo pintó una atronadora catarata con un árbol frágil que se inclinaba sobre la espuma; en la horqueta de una rama, casi mojada con la niebla que levantaba la catarata, una avecilla estaba sentada en su nido.

¿Cuál de los dos mostraba mejor la esencia del descanso? No es frecuente en este mundo agitado que encontremos el descanso de un solitario lago de montaña. Más a menudo debemos encontrar nuestro reposo en medio de la agitación de la vida real.

Lee la historia registrada en Mateo 8:23 al 27, acerca de Jesús y sus discípulos en el Mar de Galilea (ver también Mar. 4:35-41; Luc. 8:22-25). Por singular que fuera la situación, ¿qué podemos obtener de este registro para nosotros? Es decir, ¿cuál es el mensaje para nosotros, y cómo podemos aplicarlo a nuestras vidas, no importa en qué situación nos encontremos?

¿Por qué crees que Jesús estaba preocupado de que sus discípulos tuvieran paz? Jesús nos dejó con una hermosa promesa acerca de la paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27). ¿De qué modo la paz que el mundo trata de dar difiere de la paz que Jesús ofrece?

No debemos igualar la paz con una vida sin problemas. Es rara la persona, aun el cristiano más fiel, que pasa por la vida sin pruebas, dolor y sufrimiento. De hecho, algunas personas parecieran tener más que su cuota de sufrimiento. Sin embargo, la paz tiene más que ver con la forma en que manejamos estas situaciones que con las situaciones mismas. La paz tiene que ver con la confianza más profunda en un Dios amante y que se interesa en nosotros, que sabe por lo que estamos pasando, y que ha prometido no abandonarnos, no importa qué nos ocurra en el camino.

¿Qué tipo de cosas te perturban? Habla con Dios acerca de tus temores más profundos. Llámalos por su nombre. Pídele al Señor que te ayude a identificarlos. Luego tómate el tiempo para permitirle que comience a darte paz, suavemente, respecto de esos temores.

Miércoles 20 de enero: PAZ EN EL HOGAR (Heb. 12:14)

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb. 12:14). “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Rom. 12:18). ¿Qué podemos aprender de la vida y el ejemplo de Jesús que puede hacer que estas amonestaciones sean reales en nuestra vida? ¿Qué estamos haciendo que dificulta, si no imposibilita, que sean reales para nosotros?

Por extraño que parezca, el lugar más difícil para ser cristiano es el hogar. ¡Cuán trágico, puesto que el hogar debería ser el mejor lugar del mundo para que todos pudiéramos tener paz!

Dos jóvenes estaban en una batalla durante los días de la guerra de Vietnam. Las balas volaban y las bombas estallaban. Nada de esto parecía desconcertar a uno de los soldados. Cuando su amigo le preguntó cómo podía estar tan calmado, le contestó ¡que le hacía recordar su hogar!

Estudia Romanos 12:9 al 21. Identifica versículos que, si se pusieran en práctica, ayudarían a llevar paz al hogar. Sugiere una aplicación práctica para los versículos que elijas.

Como cristianos, se nos llama a seguir una norma increíblemente elevada, la norma presentada por Jesús mismo. Todos nosotros aun no hemos llegado a esa meta. Esto no significa que no podamos todavía reflejar los principios revelados en la vida de Jesús, principios de amor, de sacrificio propio, y una actitud intransigente hacia el mal y el pecado.

Imagínate cómo serían nuestros hogares si reflejáramos estos principios. Imagínate cómo sería si aprendiéramos a pensar en los demás antes que en nosotros mismos; si mostráramos a los demás un amor incondicional, aun a quienes no lo merecen. Imagínate si perdonáramos a quienes nos hieren. Imagínate si estuviéramos tan preocupados por el bienestar de los demás como lo estamos por el nuestro. Aunque poner en práctica estos principios no resolvería todos nuestros problemas familiares, sin duda sería de enorme ayuda.

Jueves 21 de enero: PAZ EN LA IGLESIA (Mat. 5:23, 24)

“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mat. 5:23, 24). ¿Qué principio básico está enseñando Jesús con estas palabras? ¿Por qué nos resulta tan difícil poner en práctica este principio en nuestras vidas?

Es evidente que Jesús toma con mayor seriedad nuestras relaciones mutuas de lo que las tomamos nosotros. No es raro que la amargura y el resentimiento existan durante años entre algunos miembros de la iglesia. Imagínate cuán diferentes serían las cosas si todos siguiéramos esta enseñanza.

Identifica una característica de los hijos de Dios como se registra en Mateo 5:9. ¿Qué significa esto?

De acuerdo con Colosenses 3:13 al 15, ¿cuáles son tres maneras de relacionarnos mutuamente como miembros de iglesia? ¿Qué significa cada una de ellas?

Nota la secuencia de las gracias cristianas en Santiago 3:17: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía”. ¿Cómo serían nuestras iglesias si permitiéramos que el Espíritu Santo alimentara estas cualidades en nuestra feligresía? ¿Qué cosas estarían notablemente ausentes?

Piensa acerca de la última vez que tuviste un problema con otro miembro de la iglesia. ¿Seguiste las palabras de Cristo en Mateo 5? Lo más probable es que no, ¿verdad? Analiza las razones por las que elegiste la ruta “fácil”, mundana, en lugar del sendero que hubiera requerido humildad y negación propia. ¿Cómo puedes aprender a hacer lo que Jesús nos pide que hagamos en tales situaciones?

Viernes 22 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Sal. 4:3; 119:165; Isa. 26:3; Rom. 8:6; Fil. 4:7.

“Poco antes de su crucifixión, Cristo había dejado a sus discípulos un legado de paz: “La paz os dejo –aseveró–; mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Esta paz no es la paz que proviene de la conformidad con el mundo. Cristo nunca procuró paz transigiendo con el mal. La que Cristo dejó a sus discípulos es interior más bien que exterior, y había de permanecer para siempre con sus testigos a través de las luchas con contiendas” (HAp 70).

“La lucha por la supremacía manifiesta un espíritu tal que si se lo alberga cerrará el reino de Dios a aquellos que lo acarician. La paz de Cristo no puede morar en la mente y el corazón del obrero que critica y encuentra faltas en otro obrero simplemente porque el otro no practica los métodos que él cree mejores, o porque siente que no es apreciado. El Señor nunca bendice al que critica y acusa a sus hermanos, porque esta es la obra de Satanás (Manuscrito 21, 1894)” (Ev 79).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. ¿De qué formas puedes trabajar en tu iglesia local para ayudar a mantener la paz entre los miembros cuando surgen tensiones y desacuerdos inevitables?

2. ¿Cuáles son las situaciones comunes que afrontamos en nuestras vidas diarias que amenazan nuestra paz? ¿Qué promesas bíblicas puedes reclamar cuando surge cada una de ellas?

3 Por supuesto, siempre es fácil hablar acerca de confiar en Dios no importa cuáles sean las circunstancias, y que esa confianza debiera darnos paz. Y eso es cierto. Al mismo tiempo, ¿qué pasos concretos y prácticos podemos dar para cambiar las circunstancias que hacen difícil que haya paz? En otras palabras, ¿cuán a menudo nuestra inquietud y nuestro temor son el resultado de las elecciones que hacemos?

4. ¿Qué cosas prácticas podemos hacer para ayudar a otros que están pasando por circunstancias que hacen que la paz sea difícil de lograr?

5. ¿Cuánta paz deberíamos esperar, en forma realista, en un mundo lleno de tanta lucha, caos, sufrimiento y agitación?

lunes, 11 de enero de 2010

Lección 3 Para el 16 de enero de 2010: El fruto del Espíritu es gozo


Sábado 9 de enero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Salmo 139; Lucas 15:4-24; Juan 15:10, 11; Hebreos 11:16.

PARA MEMORIZAR:
“Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11).

EL GOZO Y LA ALEGRÍA no son necesariamente lo mismo. La alegría es el resultado de circunstancias favorables; el gozo, en contraste, es el resultado de estar conectado a Jesús, la Vid verdadera.

En Salmo 4:7, se contrastan el gozo y la alegría: “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto”. La “alegría mayor” (el gozo), es el resultado de conocer y confiar en Dios; la alegría es un resultado de circunstancias agradables, tales como una cosecha abundante. El gozo interior es constante mientras confiamos en Dios; la alegría es tan impredecible como una cosecha. El gozo interior derrota el desánimo; la alegría lo cubre. El gozo interior es duradero; la alegría es temporaria.

El gozo es un deleite en la vida que cala más profundo que el dolor o el placer. Este tipo de gozo surge de percibir la presencia de Dios en nuestra vida, permitiéndonos elevarnos por sobre las circunstancias, y concentrarnos en la bondad y el amor de Dios. En el centro del gozo cristiano está el hecho de que Dios ha actuado y está actuando para salvar a los que confían en él.

Domingo 10 de enero: EL MANDATO DE REGOCIJARSE (Fil. 4:4)

Muchos creyentes permiten que las circunstancias los afecten y por ello su espiritualidad tiene altibajos. Para ellos, regocijarse parece irrazonable, aun imposible. Por eso el mandato es regocijarse “en el Señor” (Fil. 4:4).

No siempre podemos regocijarnos en nuestras circunstancias o en las de otras personas, porque pueden ser negativas. Sin embargo, podemos regocijarnos en el Señor, porque él es siempre bueno y nunca cambia.

Nuestra estabilidad espiritual está relacionada directamente con nuestro conocimiento de Dios y nuestro compromiso con él. Conocerlo nos ayuda a vivir por sobre nuestras circunstancias y nos proporciona estabilidad. Por eso los salmos fueron escritos en forma poética y se cantaban, de modo que el pueblo de Israel pudiera memorizar las Escrituras y cantar himnos a fin de profundizar su conocimiento de Dios. Conocerlo hace que todo lo demás sea menos importante.

Lee el Salmo 139; Romanos 8:28; y 1 Pedro 1:8 y 9. ¿Qué razones se dan aquí para que nos regocijemos? ¿Cómo podemos aprender a regocijarnos en estas promesas de Dios?

¿Necesitas otras razones para regocijarte? Regocíjate porque Dios nos salvó, nos adoptó, y prometió darnos una herencia en Jesucristo (Efe. 1:1-11). Cuando Cristo regrese, gozaremos de su presencia y de los lugares celestiales preparados para nosotros (Juan 14:2, 3). Hasta entonces, es un gozo saber que Dios promete suplir todas nuestras necesidades (Fil. 4:19). Además, tenemos el privilegio de servir a Aquel a quien amamos. Eso incluye compartir las buenas noticias con los perdidos, y animar a otros a que aumenten su amor y servicio a él. También es un gozo poder orar a Dios en cualquier momento (Heb. 4:15, 16). Finalmente, podemos gozarnos en saber que la muerte no tiene la última palabra (1 Cor. 15:54).

A pesar de estas promesas y de tantas razones que tenemos para regocijarnos, todos luchamos con la tristeza, el desánimo y el dolor. Estos son “hechos de la vida” ahora. Cualesquiera sean nuestras circunstancias, ¿cómo podemos aprender a encontrar el gozo que se nos ofrece en Cristo? ¿Qué elecciones estamos haciendo que podrían afectar el gozo que puede ser nuestro?

Lunes 11 de enero: EL GOZO DE CRISTO

A fin de comprender plenamente el gozo cristiano, debemos considerar el estilo de vida de Cristo, lleno de gozo. ¿De dónde procedía su gozo? ¿Cuáles eran los principios según los cuales vivía?

¿Qué papel tiene el gozo en tres de las parábolas más populares que Jesús contó? ¿Cuál es el elemento común en las tres historias?

La oveja perdida (Luc. 15:4-7)
La moneda perdida (Luc. 15:8-10)

El hijo pródigo (Luc. 15:11-24)

Estas tres parábolas nos dan una vislumbre del corazón de Dios. Es un corazón que está dispuesto a celebrar. Es el gozo puro de Dios, la alegría de alcanzar al perdido. No es extraño que, a pesar de las pruebas y los sufrimientos, Jesús fue ungido con gozo, porque él sabía que –por lo que realizaría– muchas personas se salvarían.

Considera la importancia de las palabras registradas en Hebreos 12:2, 3. Con oración piensa en las palabras: “el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”. Escribe algunos de los pensamientos que te vienen a la mente mientras meditas en el significado de estas palabras. ¿Cuál fue el gozo puesto delante de él? ¿Por qué la salvación de las almas perdidas es tan importante para Dios?

¿De qué modo puedes reconciliar la idea de que Jesús fue “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isa. 53:3) y no obstante, al mismo tiempo, fue un hombre de gozo? Escoge un problema específico de tu vida que te causa tristeza y dolor. ¿De qué modo, a pesar de esta tristeza, puedes experimentar por ti mismo la clase de gozo que experimentó Jesús?

Martes 12 de enero: GOZO EN LA OBEDIENCIA (Juan 15:11)

Lee Juan 15:10 y 11. ¿Con qué está vinculando Jesús el gozo? ¿De qué modo, en un sentido práctico, funciona esto? Es decir, ¿por qué esto debería conducir al gozo?

“Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:2).

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40:8).

No hay mayor gozo que el de ser obediente a la voluntad de Dios. Aunque a algunos pueda parecerles que un énfasis en la obediencia a la ley de Dios sencillamente sirve para exasperar una conciencia ya culpable, el hecho es que la obediencia a la voluntad de Dios es liberadora. Recuerda que fue la desobediencia lo que produjo guerra en el cielo, y trajo el pecado y la muerte a este planeta. Todo el dolor y el sufrimiento humanos son el resultado de que los hombres no siguieron la voluntad de Dios. Así que será la obediencia a la voluntad de Dios, por la fe, lo que nos ayudará a restaurar el gozo.

Lee Salmo 19:8; Jeremías 15:16; y Mateo 7:21 al 27. ¿De qué manera estos textos vinculan la obediencia con el gozo?


Si bien es claro que la Biblia enfatiza que no somos salvados por las obras, también es claro que las obras son un aspecto inseparable de lo que significa ser salvos. Las obras revelan al universo la realidad de nuestra salvación, la realidad de nuestro compromiso con Dios. Llamar a alguien legalista meramente porque esa persona se mantiene firme en obedecer la voluntad de Dios es, en un sentido real, caer en la trampa contra la cual nos advirtió Isaías: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isa. 5:20).

¿Cómo has experimentado por ti mismo el gozo que proviene de la obediencia? O, para hacer la pregunta en forma negativa: ¿cómo has experimentado el dolor y el sufrimiento que provienen de no obedecer al Señor?

Miércoles 13 de enero: GOZO EN TIEMPOS DIFÍCILES (Juan 16:33)

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Una creencia sostenida por mucho tiempo sugiere que si una persona está pasando por situaciones difíciles es porque esa persona debe estar haciendo algo malo o no tiene suficiente fe. ¡Qué forma imperfecta y fría de considerar a Dios! Jesús dijo claramente que en esta vida todos tendríamos dificultades, tanto los creyentes como los incrédulos. Por mucho que nos guste la historia de Daniel en el foso de los leones, el hecho es que la mayoría de los cristianos que fueron arrojados a los leones fueron destrozados por las bestias. Lo mismo es valedero para los tres hebreos que sobrevivieron al horno de fuego: la mayoría de los cristianos atados a la estaca realmente fueron quemados allí.

Lee Gálatas 6:9; Santiago 1:2 al 4; y 1 Pedro 1:6. ¿Qué esperanza, qué promesas podemos encontrar en estos versículos que podrían ayudarnos durante esos tiempos dolorosos?


Considera la posibilidad de que muchos creyentes hoy no tienen gozo sencillamente porque están centrados en sí mismos. Por reales que sean nuestros problemas, al concentrarnos únicamente en ellos solo los empeoramos en nuestras propias mentes. En realidad, tenemos razones para regocijarnos, no en nosotros mismos, sino en Dios.

Después de todo, ¿no dijo Dios que “aun vuestros cabellos están todos contados” (Mat. 10:30)? Piensa en la promesa implícita en esas palabras. Si, sabiendo que nuestra seguridad está en Jesús, tratáramos de ayudar a otra persona durante nuestros tiempos de prueba, sabríamos que la conmiseración propia puede ser transformada en gozo por un sencillo acto de la voluntad. “Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos” (Job. 42:10).

No importa con qué estás luchando ahora, sal a ayudar a alguien que, tal vez, está pasando también por un momento difícil. Seguramente conoces una persona que necesita ayuda, ánimo, apoyo. ¿De qué manera el hecho de sobrellevar la carga de otro puede aliviar la tuya?

Jueves 14 de enero: GOZO DURADERO (Heb. 11:24, 25)

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Heb. 11:24, 25). ¿Qué principios de la vida cristiana se encuentran en estos versículos? (Ver también Luc. 9:23; Hech. 14:22; Fil. 1:29.) ¿Cómo podemos vincular estos versículos con la promesa de gozo? (Ver Heb. 11:16; 1 Ped. 1:6-8.)

La decisión de Moisés de dar la espalda al trono de Egipto no fue políticamente correcta. Podría haber decidido quedarse en Egipto y ser el siguiente Faraón. Podría haber racionalizado que esa era la voluntad de Dios para él. Después de todo, no habría sido difícil dado que, a menudo, hay muchas “buenas” razones para tomar una decisión equivocada.

Piensa en la última vez que tomas una decisión equivocada basado en “buenas” razones. ¿Qué lecciones duras aprendiste?

Mientras que el gozo proviene de saber que estamos haciendo la voluntad de Dios, las consecuencias inmediatas a menudo pueden ser difíciles y dolorosas. Creer que cuando aceptamos a Jesús y obedecemos su Palabra todos nuestros problemas desaparecerán puede conducirnos a la desilusión. Llegar a ser un cristiano devoto no asegura obtener dinero, fama e influencia. Cada año miles de personas son perseguidas, y algunas de ellas martirizadas, por su fe en Cristo.

Al fin, nuestra esperanza, nuestra salvación, todo tiene que depender de algo más grande que este mundo, mayor que lo que este mundo ofrece. Cuán vital es que, no importa lo que nos está sucediendo, nos concentremos en lo que Jesús ha hecho por nosotros y lo que él nos ha prometido. De otro modo, no tenemos otra cosa que lo que este mundo nos ofrece y, como bien sabemos todos, lo que nos ofrece puede ser muy amargo.

Viernes 15 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Es el deber de los cristianos convencer al mundo de que la religión de Cristo desviste el alma del ropaje de la pesadez y el luto, y la viste con gozo y alegría. Los que reciben a Cristo como un Salvador que perdona el pecado son vestidos con sus vestiduras de luz. Él quita sus pecados y les imparte su justicia. Su gozo es completo.

“¿Quién tiene más derecho que los cristianos de cantar himnos de regocijo? ¿No tienen ellos la expectativa de ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial? ¿No es el evangelio buenas noticias de gran gozo? Cuando se aceptan libre y completamente las promesas de Dios, el brillo del cielo entra en la vida” (Elena G. de White, A Call to Medical Evangelism and Health Education, p. 26, la cursiva fue añadida).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Recorre la Biblia y concéntrate en las vidas de algunos personajes bien conocidos. ¿Cuánto gozo piensas que experimentaron? ¿Qué en cuanto a Noé, a Abrahán, o a José? ¿A Daniel, a David, o a Jeremías? ¿A Pablo o a Juan el Bautista? ¿Qué podemos aprender de sus experiencias, tanto las buenas como las malas, acerca de lo que realmente es el gozo cristiano?

2. ¿Cuáles son algunas maneras terrenales de ser “feliz”? ¿Cuán buen resultado producen? ¿Qué has aprendido acerca de las maneras terrenales de alcanzar la felicidad? ¿Son todas ellas malas, o pueden y deben tener su lugar en nuestras vidas?

3. ¿Cuánta felicidad, o aun gozo, podríamos o deberíamos esperar en esta vida, incluso como un cristiano que vive con el conocimiento del infinito amor de Dios? Es decir, cuando a nuestro alrededor vemos enfermedad, sufrimiento y muerte, y cuando sabemos que muchas almas se perderán eternamente, ¿cuánta alegría deberíamos tener? ¿No es una especie de egoísmo regocijarnos en nuestra buena suerte mientras sabemos que otros perecerán?

4. ¿Por qué cuanto más centrados en nosotros mismos estamos, tanto más miserables tendemos a ser? ¿Por qué la esperanza y la promesa de vida eterna en una tierra totalmente nueva es tan vital para toda nuestra experiencia cristiana? ¿Qué tendríamos sin ella? ¿Cuán importante es, entonces, que la mantengamos siempre ante nosotros? Después de todo, aun si lo pasamos bien aquí en este mundo, esta vida no durará. De modo que, en última instancia, ¿cuán satisfactoria podría ser?

lunes, 4 de enero de 2010

Lección 2 Para el 9 de enero de 2010: El fruto del Espíritu es el amor


Sábado 2 de enero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Deuteronomio 6:5; Mateo 5:43-48; 7:12; 22:39; Lucas 10:25-37; 1 Corintios 13:4-7.

PARA MEMORIZAR:
"Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1 Cor. 13:13).

LA LISTA QUE DA PABLO de los rasgos de carácter que identifican el fruto del Espíritu comienza con el amor. El amor es la virtud máxima para los cristianos porque es el rasgo que más caracteriza a Dios. Fue el amor lo que motivó a Dios a crearnos, sostenernos, darse a conocer a nosotros, y darnos a su Hijo a fin de redimirnos.

Juan lo dice así: "Dios es amor" (1 Juan 4:16). Por cuanto el amor es central en su carácter, debe ser también el centro del nuestro. "El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él" (vers. 16).

Lamentablemente, la palabra amor se usa hoy en forma muy vaga. A menudo decimos que amamos el clima, una comida favorita, o a nuestro perro. Pero este amor no pasa la prueba del verdadero amor divino (ver 1 Cor. 13). Éste es muy diferente, es algo que impacta toda nuestra existencia, nuestra manera de vivir y de relacionarnos con otros. Los ingredientes del amor son un paquete, no una lista de la cual seleccionamos lo que más nos gusta y descartamos el resto. Eso no es, como veremos esta semana, amor verdadero.

Domingo 3 enero EL AMOR TIENE MUCHAS DIMENSIONES (Deut. 6:5)

"Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mat. 22:37-39; ver también Deut. 6:5).

Las traducciones bíblicas, como sucede en otras obras escritas, difieren en la elección de las palabras. Por ejemplo: "El ave era pequeña", podría decir en una traducción, en otra, "El ave era diminuta", o aun en otra, "El ave era minúscula"; y todas ellas serían correctas. Por lo tanto, al estudiar el fruto del Espíritu, es útil definir el significado en el idioma original. En Deuteronomio 6:5, la palabra hebrea para amor es ahábta, que se refiere al amor exhibido por la voluntad, la mente y las acciones, más bien que al amor demostrado por los sentimientos o las emociones. Es el tipo de amor más elevado porque motiva a la persona a hacer lo que es correcto y noble, no importa cómo se sienta ella. Así que el amor del que habla Jesús en el más grande mandamiento es la forma más noble, pura y elevada del amor que se sacrifica a sí mismo, y es el que cada persona debe tener hacia Dios.

El pueblo judío ya sabía que el mandamiento número uno era amar a Dios con todo su corazón, su alma, su mente y, como añade Marcos, sus fuerzas (ver Mar. 12:30). Al mencionar los cuatro aspectos del ser humano, Jesús está reuniendo todo lo que es una persona. Está diciendo: "Necesitas amar a Dios con tu ser entero". La intención de Jesús no era la de definir el sentido de cada palabra, aunque nos ayudaría mucho estudiar estos cuatro aspectos.

Lee Mateo 7:12 y Mateo 22:39. ¿Cuál es el punto importante que presentan estos textos? ¿De qué manera es esto esencial para todo el concepto del amor?

Amar a tu prójimo como a ti mismo significa amara todas las personas con todo el corazón. El amor en este "segundo mandamiento" es el mismo que el del "primer mandamiento". Es el amor en acción, que involucra la voluntad y la intención. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos significa cuidar a alguien cómo nos cuidaríamos a nosotros mismos.

Es fácil hablar acerca de amar a otros como a ti mismo; pero no es fácil hacerlo. ¿Cuál es tu experiencia en esta área? ¿Cómo puedes aprender a morir al yo de ministrar a otros?

Lunes 4 de enero LO QUE HACE EL AMOR (1 COR. 13:4-8)

"El amor es sufrido, es benigno;... no guarda rencor;... se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" (1 Cor. 13:4-8).

Definir el amor es el primer paso; aplicarlo es el siguiente. Debemos ser prudentes para no decir livianamente que amamos; más bien, necesitamos analizar con cuidado cómo vivimos y cuán bien aplicamos los principios del amor como se expresan en la Biblia.

Lee 1 Corintios 13:4 al 8. Considera cada aspecto de lo que es el amor, y pregúntate. ¿Cómo puedo aplicar estos principios en mi propio hogar?

Piensa por un momento cómo serían nuestros hogares si por la gracia de Dios practicáramos en forma consistente las cualidades del verdadero amor. Imagínate la bendición de vivir en un ambiente en el que los miembros de la familia sean positivos y se sostengan mutuamente. Tal vez no puedas conseguir que otros hagan esto, pero si tú aplicaras estos principios, podrías ver qué impacto poderoso producen sobre otros. No puedes discutir en contra del amor; es la fuerza más poderosa en toda la creación. Las personas pueden argumentar contra tu teología, tu estilo de vida, tus creencias, tu fe, contra todo. Pero ¿qué argumento podrían usar contra el amor incondicional, la clase de amor revelado al mundo por medio de Jesús, la clase de amor que podemos, mediante su gracia, manifestar a otros?

¿Qué características del amor bíblico encuentras más difíciles de poner en práctica en tu propia vida? ¿Cómo puedes hacer un esfuerzo decidido para, por medio de la gracia de Dios, cultivar más de este aspecto del amor? ¿Por qué es importante que lo hagas?

Martes 5 de enero LO QUE NO HACE EL AMOR

Repasa 1 Corintios 13:4 al 8, pero esta vez considéralo desde una perspectiva diferente. Observa lo que el amor no hace. Aunque están expresados en forma negativa, son realmente otras características positivas del amor.

Repasa cada una de las expresiones "negativas" en 1 Corintios 13:4 al 8, y anota los atributos positivos que ellas implican. Además, mientras lo hacer, pregúntate cuán bien o cuán mal manifiestas estos aspectos del amor, y cómo podrías ser capaz de mejorar en esa área. No tiene envidia No es jactancioso No se envanece No hace nada indebido No busca lo suyo No se irrita No guarda rencor No se goza en la injusticia

Al contemplar el significado del amor detallado en el capítulo del amor (1 Cor. 13), podemos apreciar el carácter de nuestro Padre celestial, quien es la personificación del amor. También podemos ver que la palabra amor, como se usa en la cultura popular, no llega ni por lejos a una comprensión correcta del amor de Dios.

Miércoles 6 de enero LA PRUEBA DEL AMOR (Mat. 5:43-48)

Lee Mateo 5:43 al 48 y escribe una paráfrasis, en tus propias palabras, de lo que dijo Jesús. ¿Cuál es el punto principal de lo que nos dice Jesús acerca del amor?

Si hemos de amar a nuestros enemigos, es mejor que descubramos quiénes son exactamente nuestros enemigos. Si un enemigo es solo el que amenaza tu vida, puedes pensar que este texto no se aplica a ti, si tu vida no fue amenazada recientemente.

Pero, por definición, un enemigo es un adversario, un rival, un competidor, uno que te desafía, uno que pelea contigo. Un enemigo es alguien que te odia, o que te maltrata. Podría ser hasta un cónyuge u otro miembro de tu familia. Puede haber ocasiones cuando un miembro de la familia no es muy amoroso; e incluso busca maneras de irritarte o cosas aún peores. Cuando sucede eso, es fácil caer en la trampa de la represalia y de la mezquindad.

A veces puedes experimentar conflictos en el trabajo, y aquellos con quienes has trabajado lado a lado durante años pueden comenzar a pensar en ti como un adversario. Un enemigo podría ser alguien por quien te has interesado mucho, o puede aun ser alguien de tu iglesia.

Necesitamos darnos cuenta de que el enemigo a quien se refiere Jesús no se limita a alguien que amenaza nuestras vidas, sino es cualquiera que nos produce suficiente consternación como para tentarnos a desquitarnos.

Lee Proverbios 15:1; 25:21; y 1 Pedro 3:9. ¿De qué modo estos textos nos ayudan a comprender mejor este principio importante respecto al amor? ¿Amar a nuestros enemigos? A muchas personas les resulta difícil mostrar amor a sus amigos, y mucho más a sus enemigos. ¿Cómo podemos aprender a seguir el ejemplo de Jesús en esto? ¿Cómo pueden nuestros corazones ser cambiados de modo que lleguemos a amar a nuestros enemigos? ¿De qué modo el orar por ellos desempeña un papel importante en ayudarnos a alcanzar este ideal cristiano?

Jueves 7 de enero EL AMOR EN ACCIÓN (Luc. 10:25-37)

En un seminario, un profesor organizó a los alumnos de su clase de oratoria de una manera poco usual. Le pidió a cada uno que preparara un sermón sobre la historia del buen samaritano. Uno por uno debían ir de aula en aula predicando amor y compasión por otros. Había solo un breve receso entre clase y clase, lo que obligaba a los futuros predicadores a correr para cumplir su horario. Cada uno de ellos tenía que recorrer cierto corredor y pasar junto a un mendigo que había sido ubicado allí intencionalmente por el profesor.

¡Lo que sucedió fue una lección poderosa! Muy pocos predicadores estudiantes se detuvieron para ayudar a este hombre, especialmente los que estaban bajo la presión del tiempo. ¡Corriendo para predicar su sermón sobre el buen samaritano, casi todos pasaron de largo junto al mendigo que estaba en el corazón de la parábola!

En la lección de ayer, hablamos acerca de quién es mi enemigo. Hoy la pregunta es: ¿Quién es mi prójimo? ¿De qué modo la respondió Jesús en Lucas 10:25 al 37? ¿De qué manera esta parábola se vincula con todo el tema de lo que es el verdadero amo? Además, mientras lees esta parábola, pregúntate: ¿Por qué puso Jesús, específicamente, gente religiosa, incluso líderes religiosos, en el papel de "los malos"? ¿Qué lección hay allí también para nosotros?

Considera estas palabras: "Tuve hambre, y tú formaste un club humanitario para analizar esto. Estuve en la cárcel, y tú te quejaste del aumento de la criminalidad. Estuve desnudo, y tú debatiste la moralidad de mi apariencia. Estuve enfermo, y agradeciste a Dios por tu salud. Estuve sin hogar, y tú me predicaste acerca del abrigo del amor de Dios. Tú pareces tan santo y tan cerca de Dios; pero yo sigo con hambre, solitario, con frío y con dolor. ¿Te importa?

Se honesto. ¿Qué clase de cambios de estilo de vida deberías hacer para llegar a ser un buen samaritano para otros? ¿A quién conoces, ahora mismo, que está del otro lado del camino, en el mundo del sufrimiento? ¿Cuánta muerte al yo se necesita para que trates a esta persona como a un "prójimo"?

Viernes 8 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
El científico Arthur Zajonc llenó una caja de luz, de modo que nada de la luz se reflejara en ninguna de las superficies internas. Dentro de la caja había luz, y solo luz. Ahora, si miraras adentro de la caja, ¿qué verías? ¿A qué se parece la luz, en sí misma y por sí misma?

Verías pura oscuridad, la oscuridad del espacio vacío. A menos que se refleje sobre alguna cosa, o que mires directamente a la fuente de luz, la luz es invisible.

Zajonc entonces tomó una varilla y la movió en la oscuridad de la caja. Solo la varilla estaba iluminada del lado por el cual entraba la luz. Era como si una luz delgada brillara únicamente sobre la varilla. Aun cuando la luz estaba en todas partes dentro de la caja, solo cuando se reflejaba sobre una superficie (la varilla) se hacía visible. De otro modo, la luz era oscuridad.

La luz del sol sobre la Tierra hace que el cielo se vuelva azul, gris o rojo, dependiendo del tiempo y de la hora del día. En la luna, si miraras hacia arriba, sin importar cuánta luz del sol cae sobre ella, verías pura oscuridad, la del espacio vacío. Y eso es porque la luna no tiene atmósfera, ni aire, ni humedad, de ninguno de los gases o vapores que, al reflejar la luz del sol, le dan al cielo los colores que vemos desde la Tierra.

¿Qué queremos decir? La luz, a menos que se refleje en algo, parece pura oscuridad.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Qué lecciones espirituales sobre el amor podemos obtener de lo mencionado acerca de la naturaleza de la luz? Ver 1 Juan 1:5; 2:9-11; 4:8; Lucas 11:35.

2. Piensa en aquello de amar a nuestros enemigos. Lucas 23:34 dice: "Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". ¿Oras tú por tus enemigos? Es difícil tener la actitud correcta hacia los que nos odian, nos maltratan o nos persiguen. Pero el orar por nuestros enemigos cambia nuestro corazón y comenzamos a verlos como personas que necesitan la gracia de Dios. Eso nos ayudará a bendecirlos cuando nos maldigan y nos odien. ¿Cómo podemos cultivar la actitud de orar por aquellos a quienes desearíamos maldecir?

3. Una persona vio a alguien con un vehículo descompuesto. Se detuvo y se ofreció a ayudarlo, pero lo golpearon y lo asaltaron. Luego dijo: "Nunca más me detendré para ser un buen samaritano". ¿Cómo le responderías a esa persona?

4. ¿Has conocido a alguien que parece que personifica al amor? ¿Qué hacía? ¿De qué modo manifestaba amor? ¿Cuánto sufrimiento piensas que soportó a fin de mostrar el amor que daba?

Resumen:
El amor proviene de Dios. Es inextinguible. Trae paz, confianza y libertad a nuestras vidas. Cuando Dios lo demuestra a través de nosotros, bendice y enriquece inmensamente otras vidas. Los cristianos amantes y amables tienen un valor enorme.