lunes, 3 de enero de 2011

Lección 2 Para el 8 de enero de 2011 La provisión divina para la ansiedad



Sábado 1º de enero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:6-10; 15:1-3; Juan 14:1, 2; Mateo 6:25-34; 18:3; Filipenses 4:11, 12.
PARA MEMORIZAR:
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).
LAS ESCRITURAS CONTIENEN PALABRAS tales como temor, ansiedad, angustia, irritación, espanto, y estar aterrorizado. Muchas referencias tienen que ver con las cosas por las que la gente está ansiosa o temerosa; otras, con las promesas de seguridad a quienes están temerosos o ansiosos. El mensaje “No temáis” aparece a lo largo de las Escrituras con firmeza y persistencia.
Y ¿por qué no? Después de todo, el temor y la ansiedad han formado parte de la existencia humana desde que el pecado entró en esta tierra. La ansiedad, o el temor acerca de lo que puede pasar, es una de las emociones más peligrosas para la salud mental y física. Una leyenda medieval cuenta de un viajero que, una noche, se encontró con Temor y Plaga en camino a Londres, donde ellos esperaban matar a diez mil personas. El viajero le preguntó a Plaga si él haría toda esa matanza. “Oh, no -respondió Plaga-. Yo mataré únicamente a unos pocos centenares. Mi amigo Temor matará al resto”.
Esta semana veremos cómo, gracias al poder divino, podemos tener alivio del temor y la ansiedad. La confianza en Dios y el contentamiento son factores clave para mirar el futuro con confianza.
Domingo 2 de enero LA PRIMERA EXPERIENCIA TEMIBLE
Lee Génesis 3:6 al 10. Es difícil identificarse con el primer encuentro de Adán y Eva con el temor, porque ninguno de nosotros puede recordar la primera vez que experimentó esta emoción. Los psicólogos del desarrollo han confirmado que los infantes, a una edad temprana, afrontan temores específicos, mayormente de tener hambre o de escuchar ruidos fuertes. Al crecer, los niños y los adolescentes pasan por una variedad de temores, tales como: el temor a los animales, a la oscuridad, a estar solos; temor a situaciones escolares, a la separación de los padres; el temor a no crecer, o a ser rechazado por sus pares. Los adultos también están sujetos a temores comunes asociados con circunstancias específicas de la vida: temor a no encontrar un cónyuge apropiado para la vida, a no encontrar el trabajo apropiado, a los ataques terroristas, a contraer una enfermedad crónica o fatal, o a ser asaltado, a morir, etc.
Elena de White declara que, después de que Adán comiera del fruto prohibido, “la idea de su pecado lo llenó de temor” y la temperatura del aire suave pareció enfriar los cuerpos de la pareja culpable. Quedaron con el “remordimiento del pecado, el temor al futuro y la desnudez del alma” (Patriarcas y profetas, p. 40).
Considera las siguientes promesas contra el temor y la ansiedad. Identifica el componente distintivo de cada una de ellas.
Salmo 23:4 / Proverbios 1:33 / Hageo 2: 5 / 1 Pedro 3:14 / 1 Juan 4:18, 19
El  temor  y  la  ansiedad  son  comunes,  frecuentes,  destructivos  y dolorosos. Los síntomas comunes de la ansiedad incluyen aprehensión, preocupación, insomnio, desasosiego, tensión, dolores de cabeza, fatiga, mareos,  palpitaciones,  falta  de  aliento,  transpiración,  dificultad  para concentrarse y un excesivo estado de alerta. La ansiedad también genera ataques de pánico. Dios desea liberarnos de estas experiencias indeseables, y nos invita a confiar en él.
¿Qué cosas te atemorizan mucho y por qué? ¿Cuán racional es tu temor? ¿Qué pasos prácticos puedes dar, ya sea para eliminar lo que te atemoriza o para aliviar el temor mismo?
Lunes 3 de enero NO TEMÁIS
Lee Génesis 15:1 al 3. ¿Cuál era la fuente del temor de Abram? ¿Qué razones válidas tenía para temer?
Dios llamó a Abram y le prometió hacer de él una gran nación. Al ver que los años pasaban y él no tenía heredero, Abram pensó en este problema, que llegó a ser su preocupación favorita. Los versículos 2 y 3 revelan el núcleo del temor de Abram: “¿Quién heredará mis posesiones? Un criado será mi heredero”. Esa actitud parece una reacción generalizada, inherente a la naturaleza humana, que es la de perpetuar algo de nosotros, algo para continuar nuestra influencia aun después de nuestra muerte.
La respuesta de Dios a la preocupación de Abram fue: “No temas, Abram;  yo  soy  tu  escudo,  y  tu  galardón  será  sobremanera  grande” (Génesis 15:1). El futuro de nuestra vida, y aun nuestro futuro después de nuestra muerte, está en las manos de nuestro Padre celestial. Él sabe que la libertad de la ansiedad es una de nuestras mayores necesidades, y quiere que estemos satisfechos hoy y confiados acerca del mañana.
Busca los siguientes textos. ¿Cuáles fueron las circunstancias en las que se presenta el mensaje tranquilizador “No temas” ?
Deuteronomio 31:8 / 2 Crónicas 20 :17 / Lucas 21: 9 / Juan 14:27
La  ansiedad  se  manifiesta  mediante  la  congoja  acerca  de  las incertidumbres. Estas incertidumbres pueden estar cercanas o lejanas en el futuro, y pueden ni siquiera suceder; entretanto, existen solo en la mente. No obstante, los síntomas de la ansiedad son muy reales, tanto emocional como físicamente, y pueden ser dolorosos. No es extraño que Dios desee liberarnos de la ansiedad.
¿De qué modo puedes usar mejor la seguridad de Dios -“No temas”- en cualquier situación en la que te encuentres? ¿Cómo puedes recordar que, no importa lo que enfrentes, Dios es más fuerte y más grande que ese desafío, y que él te ama con un amor mayor que los temores que tienes?
Martes 4 de enero LA CONFIANZA CONTRA LA ANSIEDAD
Reflexiona sobre Juan 14:1 y 2. ¿Qué había sucedido antes de esta declaración de Jesús? ¿Hacia dónde dirigió el Señor sus pensamientos?
Estas palabras estimulan la confianza en el Padre y en Jesús, lo que evita angustias por el futuro. Jesús prepara un reino para sus discípulos. Por eso, no importa lo que te suceda, o cuán malas estén las cosas, te espera algo mejor. Confíen en mí y en mis promesas, dijo Jesús a ellos y a nosotros.
En consultoría, se enseña qué hacer ante la ansiedad, a relajarse, y técnicas de respiración que se pueden usar ante las crisis. Aunque esto tiene cierto éxito, confiar en uno mismo para reducir la ansiedad es aceptable, pero incompleto. La confianza propia es un paso muy pequeño. Necesitamos aprender a confiar en Dios.
¿Cómo compara el salmista la confianza en Dios y en los seres humanos? Salmo 118:8, 9.
Los seres humanos son inestables y caprichosos, pero Dios y sus promesas nunca cambian. Aunque dos reyes prometieron al reformador Juan Hus un viaje seguro, quebraron sus promesas, y Hus fue martirizado. El rey Carlos I envió a Thomas Wentworth, un estadista británico, un salvoconducto que decía: “Bajo la palabra de un rey no sufrirán tu vida, ni tu honor, ni tu fortuna”. Poco después, el mismo rey firmó la sentencia de muerte de Wentworth.
¿Qué nos dice Jesús en Mateo 18:3?
La primera tarea de un niño es desarrollar confianza en su madre o en quien lo cuide. Con esto, se sentirá bien con el mundo y con el futuro que lo aguarda: es el comienzo de la confianza. Jesús pide que nos identifiquemos con Él del mismo modo, y su tierno cuidado nos tranquilizará. Eso requiere una elección consciente.
Recuerda ocasiones en las que Dios respondió tus oraciones. ¿Cómo te ayuda eso, hoy, a aumentar tu confianza en Dios en situaciones difíciles, o si estás ansioso o preocupado?
Miércoles 5 de enero DE AVES Y LIRIOS
Aparte del consejo de Jesús de evitar la preocupación, ¿qué lecciones podemos obtener de este segmento del Sermón del Monte? Mateo 6 :25-3
Aquí Jesús enseña varios principios que, si se siguieran fielmente, protegerían al creyente de mucha angustia.
Mantén las cosas en perspectiva (vers. 25). Una agenda colmada puede hacernos perder de vista las cosas verdaderamente importantes. Las rutinas diarias pueden distraernos de lo que es fundamental. Dios nos dio vida. Creó nuestros cuerpos. Si tiene el poder de hacer eso, ¿no proveerá también alimento para mantener su creación? ¿No nos proveerá el vestido para cubrir nuestro cuerpo?
Recibe inspiración de las cosas sencillas de la naturaleza (vers. 26, 28-30). Los gorriones y los lirios están entre las cosas más comunes de la naturaleza. Jesús los eligió como un contraste con la complejidad de los seres humanos. Es obvio que el gorrión no se preocupa por el mañana y que los lirios no trabajan para obtener la última moda y, no obstante, están bien cuidados. “¿No hará [Dios] mucho más a vosotros?” (vers. 30).
Angustiarse es inútil y no tiene sentido (vers. 27). Examinar los problemas a fin de encontrar posibles soluciones puede ser productivo, pero afanarse no resuelve el problema, sino que magnifica el lado negativo de las cosas.
Pongan en orden sus prioridades (vers. 33). Los cristianos pueden ser arrastrados por el remolino del materialismo o por otras cosas que los distraen de lo que realmente importa en la vida; por eso, Jesús nos recuerda: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Winston Churchill declaró: “Recuerdo la historia del anciano que dijo, en su lecho de muerte, haber tenido en su vida muchos problemas que, en la mayoría de las veces, nunca sucedieron”.
Considera lo que te preocupa, y luego arrodíllate y ora, pidiendo a Dios que se haga cargo de todas tus preocupaciones. ¿Cuáles son aquellas acerca de las cuales puedes hacer algo para arreglarlas? ¿Cuáles son las cosas que están más allá de tu control? Esfuérzate para arreglar lo que puedas, y luego pide a Dios que te ayude a confiar en él para el resto.
Jueves 6 de enero UN DÍA A LA VEZ
Lee Mateo 6:34. ¿Qué nos está enseñando Jesús aquí? ¿Cómo podemos aprender a hacer lo que él dice? ¿Por qué es tan importante?
Poner en práctica el mensaje de Mateo 6:34 traería mucha paz a la gente de hoy. Jesús no nos está pidiendo que ignoremos la planificación o que seamos descuidados. Sencillamente, nos está diciendo que no nos preocupemos por lo que puede suceder, que no usemos pensamientos del tipo “¿Qué pasaría si…?”: “¿Qué pasaría si me enfermo?” “¿Qué pasaría si pierdo mi trabajo?” “¿Qué pasaría si tuviera un accidente?” “¿Qué pasaría si muriera mi niño?” “¿Qué pasaría si alguien me atacara?”
La siguiente lista muestra las diversas preocupaciones que constituyen la ansiedad de la persona promedio. Las personas ansiosas se concentran en:
* Un 50 % de eventos que nunca ocurrirán.
* Un 25% de sucesos del pasado, que no se pueden cambiar.
* Un 10 % de críticas no confirmadas de otras personas.
* Un 10 % acerca de la salud (mucho de ello son solo temores).
* Un 5% de problemas reales que tendrán que afrontar.
¿Cómo  puedes  obtener  inspiración  de  la  experiencia  de  contentamiento de Pablo? Filipenses 4:11, 12.
Una de las claves para vivir un día a la vez es el contentamiento, un antídoto efectivo contra la preocupación excesiva. El contentamiento no es una actitud heredada, sino una característica adquirida. Pablo dijo: “He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre”  (versículo 12,  NVI).  En  estos  momentos,  en  los  que  enfrentamos muchos problemas, hay necesidad de desarrollar un sentido de contentamiento, de satisfacción por lo que tenemos actualmente, y no preocuparnos acerca de lo que podría suceder mañana.
Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). En términos prácticos, ¿cómo te beneficias con la seguridad de paz mental que ofrece Jesús? Comparte tu respuesta en la clase el sábado. ¿Qué pueden aprender los unos de los otros?
Viernes 7 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “No es el trabajo lo que mata, sino la preocupación. La única manera de evitar la preocupación consiste en llevarle todas nuestras tribulaciones a Cristo. No contemplemos el lado oscuro de las cosas. Cultivemos la alegría de espíritu” (Mente, carácter y personalidad, tomo 2, p. 483).
“Si educamos nuestras almas para que tengan más fe, más amor, mayor paciencia, una confianza más perfecta en nuestro Padre celestial, tendremos más paz y felicidad a medida que enfrentemos los conflictos de esta vida. El Señor no se agrada de que nos irritemos y preocupemos, lejos de los brazos de Jesús. Él es la única fuente de toda gracia, el cumplimiento de cada promesa, la realización de toda bendición. [...] Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje realmente sería solitario. Él nos dice: “No os dejaré huérfanos” (Juan 14:18). Apreciemos estas palabras, creamos en sus promesas, repitámoslas cada día, meditemos en ellas durante la noche, y seamos felices” (Mente, carácter y personalidad, tomo 2, p. 485).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
  1. Como clase, repasen las respuestas que dieron a la pregunta final de la sección del jueves.
  2. Algunos, sin una razón inmediata y real para estar preocupados, temen sufrir y morir; otros realmente experimentan una enfermedad debilitadora o terminal que probablemente los hará morir. Otros tal vez enfrenten realmente una situación que amenaza su vida. ¿Cómo podemos consolar a las personas que están en las circunstancias señaladas?
  3. Jacob tuvo “gran temor, y se angustió” (Génesis 32:7) al prepararse para encontrarse con Esaú. Los hermanos de José estaban  “turbados” (Génesis 45:3) cuando José reveló su verdadera identidad. Analicen maneras aceptables para afrontar los temores que se producen por nuestros actos malos. ¿Hay alguna diferencia al tratar los temores que nos hemos acarreado por nuestras acciones equivocadas? Si es así, ¿cuál es la diferencia?
  4. Job afirmó: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job. 3:25). ¿Pueden nuestros temo-res llegar a ser reales por efecto de una “profecía de auto cumplimiento”? En otras palabras, ¿puede una preocupación constante acerca de algo que podría suceder producir lo que se teme? Analicen la situación.
  5. Piensen en todas las cosas por las que se han preocupado y que nunca sucedieron. ¿Qué lecciones puedes obtener de estas experiencias que, idealmente, te deberían ayudar ahora a preocuparte menos acerca del futuro?

8 comentarios:

  1. Después de un tiempo desaparecido en combate, aquí estoy de vuelta. Entro al trapo.

    La angustia puede deberse a causas muy variadas y su intensidad puede ir desde una sencilla inquietud hasta un bloqueo total de la persona. Con esto quiero decir que, a poco que pensemos, pronto nos daremos cuenta de que hay situaciones en las que la sola confianza en Dios no basta para disipar la ansiedad.

    Por ejemplo: ¿Qué me decís de una fobia? Pocas causas hay que sean capaces de generar tanta ansiedad y tanto bloqueo como las fobias. Agorafobia, acrofobia, claustrofobia, aracnofobia, herpetofobia… Todas ellas pertenecen a los miedos exacerbados e irracionales; y ya le puedes ir cantando pavanas al que las padece, que la sola idea de tener que enfrentarse a la causa de sus miedos puede llevarlo al bloqueo racional más absoluto, pudiendo darse el caso de que una fobia acabe siendo la ruina de quien la sufre, sea creyente sincero o no.

    Vayamos a otro tipo de ansiedad: la incertidumbre laboral. ¡Ay amigos! Aquí sí que, quien más quien menos, todos hemos pasado —o pasamos— por ella. En nuestra sociedad, es imposible vivir en ausencia de ingresos. Si no tenemos dinero para pagar las facturas lo perdemos todo. Está muy bien pensar que Dios proveerá, pero quien tiene la necesidad acuciante de llevarse algo a la boca porque hace días que no come no entiende de más esperanza que la de un plato caliente y una buena hogaza de pan. A los tales no les vayamos con un: «No te preocupes; Dios aprieta, pero no ahoga». Lo mínimo que podemos escucharles es: «¡No me vengas con esas monsergas! Dame de comer y luego, si me parece, háblame de Dios».

    Con todo, no creo que confiar en Dios sea nada inútil. Al contrario, estoy de acuerdo en que la fe, cuando está bien fundamentada, genera estabilidad emocional y, por consiguiente, una reducción significativa del grado de estrés ante la incertidumbre y el miedo. Pero de aquí a creer que la fe en Dios va a eliminar mi sufrimiento hay un largo trecho que, so pena de otorgarle un cierto poder mágico con el que manipular a Dios en beneficio propio, no estoy dispuesto a recorrer.

    Ya lo solté y ¡qué a gusto me he quedado! A más ver…

    ResponderEliminar
  2. Por cierto, a medida que avanza la semana, más me convenzo de que lo que aquí se propone no es tanto una fe ciega como una serie de estrategias muy comunes en psicología clínica destinadas disminuir el grado de ansiedad del paciente aderezadas con alguna que otra referencia bíblica que las respalde desde el punto de vista de la fe. Pero, al fin y al cabo, es psicología pura.

    Mantener la perspectiva y no permitir que el torbellino domine la situación, fijarse en cosas pequeñas y al alcance, pensar en la inutilidad de la angustia y establecer el orden de prioridades son técnicas de manual. En el fondo, la Biblia también habla de psicología.

    ResponderEliminar
  3. Gracias por volver por aquí, Niel. Te echábamos de menos. Bienvenido de nuevo.

    ResponderEliminar
  4. Las escrituras nos dan una orientación de los personajes que vivieron diferentes perspectivas de la angustia y el temor. También da la solución para todas ellas. La confianza en Dios.

    El problema para muchas personas es que cuando viven una situación extrema es cuando se acuerdan de Dios y cuando le exige que sea él el que haga lo indecible para sacarle de esa situación. Esto no es confianza en Dios, sino la búsqueda barata de un Dios cajero automático que cuando tengo necesidad de dinero voy a el y lo saco.

    La lección nos muestra una parte de la confianza, más bien nos quiere orientar a que sintamos confianza, pero para que eso ocurra tenemos que conocer a la persona o ser al que nos vamos a aferrar antes de actuar.

    El conocimiento de Dios es el que hace valedero la confianza. Cuando las intervenciones de dios en seres humanos que surgen de la enseñanza bíblica la racionalizamos como verdaderas, entonces podemos entender que esas lecciones que Dios da pueden tener sentido en nuestras vidas y el resultado es la confianza en Dios y por lo tanto las decisiones que tomamos y que nos pueden llevar a lugares oscuros en nuestras vidas serán mínimas y las que no hemos reflexionado a la hora de tomar una decisión, diremos como el Salmista "aunque ande en vaye de muerte, no temeré".

    Anonimo

    ResponderEliminar
  5. En pocas palabras: Una fe bien fundamentada da estabilidad emocional, lo que redunda en un reducción del grado de incertidumbre y ansiedad. Sin embargo, repito, lo que aquí se nos propone en la sección del miércoles no es otra cosa que técnicas de manual, de las que emplean los psicólogos clínicos, revestidas, eso sí, de una cierta pátina bíblica.

    De todos modos, también digo que no hay nada malo en que se encuentren nociones de psicología en la Biblia porque, al fin y al cabo, la Biblia habla de todo lo que interesa al bienestar del ser humano, tanto en el ámbito físico como del alma. Lo que ya no veo tan adecuado es esa confianza exagerada de algunos que, llevados por un fanatismo exacerbado, se niegan a intervenir en sus propios asuntos aduciendo que «Dios proveerá». En muchos casos, el principio del «Ayúdate que te ayudaré» va de cajón.

    Tan desacertado es querer manejarlo todo según nuestro propio criterio, pretendiendo imponer nuestra opinión a Dios, como dejarlo todo en sus manos, pretendiendo convertirlo en el único responsable de nuestras desdichas en caso de que “no intervenga”. Y, por favor, entiéndaseme bien: No me estoy refiriendo en absoluto a nada que tenga que ver con la salvación, sino que hablo del día a día, de los avatares de la vida cotidiana.

    ResponderEliminar
  6. Por cierto, se me quedó en el tintero: Aunque ande en valle de sombra y de muerte, sigo temiendo, pero además confío. Si no temiera tendría la sangre de horchata. Otra cosa es que, sin dejar de temer, confíe en que, pase lo que pase, Dios está conmigo; no para protegerme de todo mal, sino para darme aliento y consuelo cuando, siendo inevitable que me alcance el mal, sea necesario.

    Una pregunta: ¿Se angustió Job o no? ¿Acaso desde el primer momento su plena confianza en Dios lo llevó a ir aguantándolas sin rechistar a medida que, a cuál más gorda, le iban cayendo encima?

    ResponderEliminar
  7. Me refería la semana pasada a una interpretación espiritualista de la depresión, que estuvo muy de moda entre nosotros en el pasado, y que felizmente se va dejando ya en el olvido. Esta interpretación venía a decirnos que quien padece una depresión (y sus síntomas: angustia, ansiedad...) es porque no tiene suficiente fe.

    Uno de los textos de tía Elena en los que pudieron basarse nuestros antepasados es el que aparece en la sección del viernes de lección de esta semana. Está extraído de libro "Mente, carácter y personalidad". Es el siguiente:

    “Si educamos nuestras almas para que tengan más fe, más amor, mayor paciencia, una confianza más perfecta en nuestro Padre celestial, tendremos más paz y felicidad a medida que enfrentemos los conflictos de esta vida. El Señor no se agrada de que nos irritemos y preocupemos, lejos de los brazos de Jesús.".

    Efectivamente, si se lee entre líneas parece que nuestra querida Elena esté diciendo que cuando aparecen esos estados de ánimo es porque no hemos educado suficientemente nuestras almas en una confianza perfecta en nuestro Padre.

    Pero es curioso que esto parezca decirlo una madre que vio morir muy jóvenes a dos de sus cuatro hijos, y que fue "exiliada" a Australia por la incomprensión, testarudez y autoritarismo de los dirigentes adventistas de la época, que prefirieron tenerla lejos durante un tiempo. Algunos escritos de esta portentosa mujer indican una cierta turbación y desasosiego ante estas circunstancias.

    ¿Estará diciéndonos tía Elena que estos estados de ánimo son "pecaminosos", o causados por una falta de fe en Dios, o más bien al contrario, que el creyente tiene a alguien a quien acudir cuando se siente así, a un Jesús que le ama de forma incondicional, se encuentre como se encuentre, y que a ese amor puede aferrarse para no encontrarse solo ante la adversidad?

    La respuesta parece quedar clara a renglón siguiente:

    "Él [Jesús] es la única fuente de toda gracia, el cumplimiento de cada promesa, la realización de toda bendición. [...] Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje realmente sería SOLITARIO.".

    La ansiedad, la angustia, la depresión no son expresión de la falta de fe, sino que, al contrario, se apela a esa fe en el amor de Jesús para que no nos sintamos solos y perdidos. Es precisamente cuando nos sentimos así de mal cuando Dios está más cerca de nosotros, ofreciéndosenos para acompañarnos en ese valle de lágrimas y enjugarlas junto a Él. Sería del género tonto pensar que Dios es el pastor que nos acompaña en el valle de sombra si las sombras desapareciesen en su presencia. No es así. Con Él, las sombras persisten muchas veces, y las lágrimas siguen brotando, porque esta vida está llena de acontecimientos que nos provocan angustia. Pero lo que Él nos promete es que no estamos solos en ese valle, porque camina a nuestro lado y se empeña en darnos ese aliento que a veces nos falta hasta para respirar.

    Todos conocemos lo beneficioso que es compartir nuestras penas con alguien. Muchas veces no se encuentra una solución. Pero compartirlas las parte por la mitad.

    Las lágrimas en soledad sólo traen amargura. Pero en compañía de Dios, riegan la esperanza...

    ResponderEliminar
  8. En otro orden de cosas, aunque la angustia y la ansiedad son perturbaciones de ánimo que nos sumen en la tristeza, en la melancolía y hasta en la depresión, y esto no puede venir, evidentemente, de Dios, pues Jesús se esforzó en mostrarnos que nuestro Padre del Cielo sólo quiere nuestro bienestar, cierto es también que algo bueno puede a veces salir de esos infiernos emocionales.

    Así como el miedo, o los estados de alerta, son recursos de protección ante el peligro, que nos empujan a tomar decisiones rápidas para salir de una situación que nos puede provocar daño, la ansiedad o la angustia pueden ejercer influencias parecidas, siempre que no entren en el grado de patología.

    Recordemos la mal llamada parábola del hijo pródigo (que yo prefiero llamar "parábola del padre loco de amor"): El hijo pequeño se marcha lejos de su padre y de su casa, buscando libertad y satisfacción personal. Es comprensible, porque todos buscamos lo mismo. En lo único en lo que se equivoca el chaval es pensar que lo que busca lo encontrará más fácilmente fuera que dentro, lejos que cerca de su padre. Después de poco tiempo, acaba lleno de porquería dando de comer a unos cerdos. Y estallan entonces la angustia, la ansiedad, quizá la depresión. Pero son precisamente estos estados de ánimo los que lo empujan a tomar una decisión: "Volveré a mi padre...". Es una locura pensarlo, pero ¿hubiera vuelto el hijo si no se hubiera sentido así? Aunque el padre, evidentemente, no quería que su hijo pasase por todo aquello, ¿no fueron precisamente la angustia, la ansiedad, la depresión, las que empujaron al joven a cuestionar sus decisiones, y a volver a su casa con su padre...?

    Es lamentable pasar por estados emocionales que nos hacen tanto daño, pero más lamentable aún es no acudir a nuestro Padre del Cielo cuando más lo necesitamos. No tenemos por qué sentirnos solos cuando estamos en medio de la adversidad. Quizá podamos aprovechar la angustia y la ansiedad para volvernos hacia Aquél que nos considera la niña de sus ojos, y abrazarnos a Él para que nos dé consuelo. Porque aunque creamos que estamos solos, Dios está siempre con nosotros, dispuesto a compartir nuestras penas y a enjugarnos las lágrimas.

    ResponderEliminar