lunes, 26 de abril de 2010

Lección 5 Para el 1º de mayo de 2010: El medioambiente


Sábado 24 de abril

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Génesis 1-2:7; 2:18-24; 3:7, 17-19; Salmo 24:1; Mateo 25:34-46; Marcos 2:27, 28; 3:4.

PARA MEMORIZAR:
“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Sal. 24:1).

EL CREADOR PASÓ LOS PRIMEROS CINCO DÍAS de la semana de la Creación preparando el medioambiente para los seres humanos que iban a vivir allí. Puso a Adán y a Eva en un jardín (Gén. 2:8, 15) y les dio la supervisión de todas las criaturas terrenales. Así, ellos podían estudiar, gozar y desarrollarse como representantes de Dios en la Tierra. El sábado sellaría su relación con él.

El pecado cambió el plan de Dios. El medioambiente llegó a ser hostil. El trabajo duro reemplazó al trabajo placentero. El egoísmo dominó. Comenzó la explotación de los recursos de la Tierra que sigue hasta hoy. Los bosques han sido talados. Los cursos de agua han sido alterados y la contaminación es desenfrenada. La riqueza del suelo ha sido malgastada en forma irreflexiva. La luz del sol, vital para la salud, puede llegar a ser un enemigo de la salud, si nos exponemos a él en exceso. El mundo todavía sostiene nuestra existencia aquí, a pesar de nuestros abusos interminables del planeta.

UN VISTAZO A LA SEMANA: Nuestro medioambiente es tanto un don de Dios como la vida misma; por eso, tenemos la responsabilidad de cuidarlo.

Domingo 25 de abril: CREACIÓN DEL MEDIOAMBIENTE

Algunas teorías, hoy, describen la creación de la Tierra y de la vida sobre ella como nada más que un accidente, la operación de fuerzas amorales que, con el tiempo y sin ningún pensamiento, trajeron a la existencia la Tierra y toda la vida sobre ella. En contraste, la Biblia presenta un cuadro radicalmente diferente de nuestros orígenes. El contraste entre el modelo ateo y desprovisto de propósito de nuestros orígenes, como lo expresa la teoría de la evolución, y el informe de la Creación del Génesis no podría ser más diferente. Estos dos conceptos son, básicamente, incompatibles.

Lee Génesis 1 y 2:1 al 7. ¿De qué modo los actos de Dios prepararon el camino para la obra culminante de la Creación: el hombre y la mujer? ¿En qué forma la creación de los seres humanos fue diferente del resto de la Creación?

Detengámonos un momento en la escena del Dios creador cuando trabaja en la creación del hombre y de la mujer. Primero, forma a Adán del suelo; aquí está Dios, el Escultor. Luego, cuando todo lo demás está listo, se inclina y sopla su propio aliento en la forma de Adán, que está esperando. Dios, el Dador de la vida, trae a Adán a la vida. ¡Qué cuadro maravilloso de nuestro Dios en operación!

Pero, eso no es todo. Él llega a ser Dios el Cirujano al sacar una costilla de Adán y formar a Eva para ser la compañera de Adán y la madre de la raza. Ella también ha de pararse a su lado en este medioambiente perfecto (ver Gén. 2:18-24). Luego, pone a estos seres flamantes, recién creados, en el lugar de belleza y maravilla que había estado preparando el tiempo previo.

Dios proveyó los alrededores más saludables posibles para Adán y Eva. El tranquilo verde del follaje, el color de las flores y las frutas: todo se combinaba a fin de constituir el hogar ideal para ellos. El Señor no planificó una vida de ocio para nuestros primeros padres. Habían de trabajar en el jardín y cuidarlo. De esta manera, ellos encontrarían satisfacción y gozo. Aprenderían más acerca de Dios y de lo que hemos venido a llamar “el segundo libro de Dios, la naturaleza”.

Lee, en Génesis 1 y 2, el informe de la Creación otra vez. ¿Qué encontramos allí que nos señala la idea de que, como seres humanos, deberíamos ser buenos administradores de la Tierra?

Lunes 26 de abril: EL AMBIENTE DEL SÁBADO

Cuán interesante es el hecho de que Dios no terminó toda la obra de la Creación hasta que creó el sábado. Qué contraste: toda la obra de crear el mundo, los animales, los mares, la vegetación y finalmente la humanidad, y entonces, como acto final, el acto de descansar.

Lee Génesis 2:2 y 3. ¿Qué podemos concluir del hecho de que Dios mismo descansó en el sábado?

¿Dios mismo, en su papel como Creador, guardó el séptimo día, el sábado? ¡Qué diremos acerca de mostrar las raíces profundas del sábado! Cualesquiera que sean las implicaciones de esa idea, una cosa es segura: el sábado vino de Dios mucho antes de que existiera una nación y un pueblo judíos.

Entretanto, el sábado nos da la oportunidad de concentrar nuestra atención en el Creador, en su amor y en su cuidado por sus criaturas de una manera que no hubiera sido fácil para nosotros. Ayudó a poner límite al trabajo, aun en un tiempo en el que el trabajo era relativamente fácil y productivo.

Después de que el pecado entró, el trabajo llegó a ser mucho más difícil y cansador (Gén. 3:17-19), y el sábado puso este límite al trabajo, y el llamado a recordar al Creador llegó a ser aún más importante. El sábado, un recordativo de la Creación, nos debería ayudar a concentrarnos en nuestra responsabilidad para con el mundo creado.

Con el paso de los siglos, el verdadero significado del descanso en el sábado llegó a perderse con numerosas reglas y reglamentos que desviaron los pensamientos de la gente del verdadero significado y valor del sábado.

Lee Marcos 2:27 y 28, y Marcos 3:4. ¿Cómo entendía Jesús el sábado?

Cristo restauró el significado del sábado en función de lo que Dios había querido que fuera. Él mostró que Dios considera el sábado como un día para hacer el bien, para procurar el avance de su Reino y para servir a todos los que tienen necesidad.

¿De qué modo podía y debía la observancia del sábado ayudarnos a entender mejor el maravilloso regalo que Dios nos dio del mundo creado? Más aún, ¿cómo puede y debe ayudarnos a comprender mejor nuestra obligación de cuidar de él?

Martes 27 de abril: CAMBIOS EN EL MEDIOAMBIENTE DESPUÉS DEL PECADO

Lee Génesis 3:7 y 17 al 19. ¿Cuál fue la primera indicación dada a Adán y Eva para mostrarles que la acción de comer del fruto prohibido tenía consecuencias?

Con la entrada del pecado en sus vidas, Adán y Eva afrontaron algunas consecuencias penosas. Primero, como escribió Elena de White, desapareció la vestimenta de luz que los había cubierto. El medioambiente del mundo de las plantas cambió también. Crecieron cardos y espinas. El suelo se volvió duro y pobre. Y, peor aún, entró la muerte, algo que ellos nunca debieran haber conocido.

De repente, el maravilloso medioambiente que habían gozado cambió y les presentó nuevos desafíos que, con el tiempo y en generaciones subsiguientes, se volverían peores. Los seres humanos, entretanto, comenzaron a explotar la Tierra para su propia ganancia y gloria.

Lee 1 Reyes 10:14 al 22. ¿Qué nos indica esto acerca de cómo los seres humanos llegaron a ver la Creación?

Además de la explotación, la decadencia y la muerte han estado presentes en todos los pueblos, y son parte del ciclo de la vida. Pero no fue así al comienzo y no es el plan final de Dios. La mayordomía de la Tierra por parte de la humanidad se ha vuelto una explotación de aquella, mientras personas avaras sacan de la Tierra todo lo que pueden, sin tomar en cuenta las consecuencias.

La contaminación del aire, del agua, del suelo, la presencia de agentes de enfermedad nuevos y temibles, todos señalan un envejecimiento de la Tierra y la necesidad creciente de renovación. Mientras que más países procuran desarrollarse, y mientras que los países desarrollados procuran seguir manteniendo su nivel de vida, la humanidad afronta desafíos a la salud que pueden ser enormes por causa del daño al medioambiente.

Hace años, un dirigente político hizo una afirmación que decía más o menos así: “No tenemos que preocuparnos acerca del medioambiente, porque Jesús regresa pronto”. ¿Cuál es la lógica de este argumento? ¿Cómo le responderías?

Miércoles 28 de abril: NUESTRA RESPONSABILIDAD HACIA EL MEDIOAMBIENTE

Lee el Salmo 24:1. ¿Qué implicación tienen estas palabras para nosotros y la forma en que nos relacionamos con el mundo? Al mirar a nuestro alrededor y ver las condiciones de nuestro mundo, necesitamos hacernos la pregunta: “¿Qué podemos hacer para mejorar el medioambiente?”

Necesitamos comenzar recordando el señorío de Dios sobre la Tierra. No estamos libres de responsabilidad ante él y sus obras creadas. No solo la Tierra es de él sino también la gente: nosotros y todos los demás. Tenemos responsabilidad ante él por la otra gente, así como por el resto de la creación terrena. Podemos y debemos conservar los recursos naturales.

Un ejemplo es el agua. Podemos ser cuidadosos al usar el agua. Podemos apoyar los esfuerzos para proporcionar agua limpia a quienes no la tienen. En ciertas partes del mundo, la falta de agua limpia es un problema muy serio, que conduce a una tremenda pérdida de vidas.

Podemos seguir la dieta que Dios bosquejó para nosotros. Si más personas fueran vegetarianas, habría más alimentos para todos, porque se necesitan muchos más recursos naturales para sostener una dieta basada en carne que para sostener una dieta vegetariana.

Podemos cuidar de las plantas y de los árboles por los que tenemos responsabilidad. Esto ayudará a mantener el aire puro.

Hasta donde podamos, deberíamos procurar reducir el nivel de emisiones de carbono, que está llegando a ser, cada vez más, una preocupación mundial debido al impacto potencialmente peligroso para el medioambiente.

Al ser buenos mayordomos de la Tierra, al procurar cuidar el medioambiente, al no acumular los recursos naturales para nosotros mismos, al estar dispuestos a compartir con otros de nuestra abundancia, podemos mejorar la vida diaria de aquellos que necesitan nuestra ayuda. Como cristianos, que profesamos seguir al Señor Jesús, estamos obligados a ayudar a los que están en necesidad.

Lee Mateo 25:34 al 46. ¿De qué modo nuestra mayordomía de la Tierra, de alguna manera, es parte de lo que Jesús nos pide que hagamos? ¿Qué otros versículos puedes recordar que también se aplican a este problema?

Jueves 29 de abril: ADORADORES DEL SOL

Solo a la luz de la eternidad captaremos el impacto negativo del pecado sobre nuestro medioambiente. Es difícil imaginarnos cómo era nuestro mundo y cuán perfectamente adecuado era el medioambiente en el que vivieron nuestros primeros padres.

El pecado no solo impactó la Tierra, sino también a los seres humanos. Uno de los impactos negativos del pecado llevó a los seres humanos a la idolatría, que se manifestó por su adoración a las “criaturas” (Rom. 1:25) en vez de al Creador.

Lee 2 Reyes 23:5, Jeremías 8:2 y Ezequiel 8:16. ¿Qué sucedía? ¿Por qué, en un sentido, tendría sentido adorar al sol?

Sabemos hoy que la luz del sol, aunque muy importante para nuestra salud, puede tener efectos muy dañinos si nos exponemos demasiado a él. Así, los modernos adoradores del sol viven en casi tanta ignorancia como sus predecesores.

Sabemos, también, que demasiada exposición al sol aumenta el riesgo de diversos cánceres de la piel.

Por otro lado, la luz del sol ayuda a producir la vitamina D, que es esencial para el metabolismo del cuerpo y la formación de huesos fuertes y sanos. Una exposición adecuada a la luz del sol también ayuda a prevenir ciertos tipos de cánceres.

¿Cuál es, entonces, la exposición óptima a la luz del sol? Las personas de piel clara en un medioambiente ecuatorial requieren, por lo menos, cinco minutos por día de exposición al sol para la producción de su vitamina D. Las personas de piel oscura en el mismo medioambiente requieren cerca de treinta minutos para la producción de la misma cantidad de vitamina D. En áreas en las que las horas de luz solar son más limitadas, la vitamina D debe ser suplida bajo supervisión médica.

También es saludable abrir las cortinas y las ventanas, para permitir que la luz solar entre en las habitaciones, lo que ayuda a destruir ciertas bacterias.

Los estudios muestran que las personas que no tienen una exposición adecuada a la luz solar pueden estar más inclinadas a sufrir depresiones estacionales: este problema ocurre especialmente en zonas en las que los días son cortos en invierno. La cura es sencilla: más exposición a la luz, aun si es artificial, en los meses de invierno.

El quid de la cuestión es que, para tener una vida saludable, la temperancia y el equilibrio con respecto a la luz solar son vitales.

Viernes 30 de abril

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “La Creación”, en Patriarcas y profetas, páginas 24 a 33; “El fin del conflicto”, en El conflicto de los siglos, páginas 729 a 737.

“‘Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas’ (Rom. 1:20). Las cosas de la naturaleza que ahora contemplamos nos dan apenas un débil concepto de la gloria del Edén. El pecado afeó la belleza de la Tierra, y por doquiera pueden verse los estragos del mal. No obstante, queda aún mucha hermosura. La naturaleza atestigua que un Ser infinito en poder, grande en bondad, misericordia y amor, creó la Tierra, y la llenó de vida y de alegría. Aunque ajadas, todas las cosas manifiestan la obra de la mano del gran Artista y Maestro. Por doquiera que nos volvamos, podemos oír la voz de Dios y ver pruebas evidentes de su bondad” (MC 319, 320).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. El problema del medioambiente, especialmente el tema del calentamiento global, ha estado en los últimos años en las noticias destacadas. ¿Cuál es la respuesta de tu país, tu comunidad y tu iglesia a estos problemas?

2. ¿De qué modo debería un cristiano, alguien que cree que Dios creó el mundo, relacionarse con los temas del medioambiente en forma diferente de alguien que cree que estamos aquí como producto del azar?

3. ¿De qué modo puede y debe el sábado desempeñar un papel en nuestra preocupación por el medioambiente? ¿En qué forma guardar el sábado nos ayuda a estar más interesados en nuestro medioambiente?

4. Si Jesús vuelve pronto, como creemos, ¿deberíamos realmente estar tan preocupados por el medioambiente? Justifica tu respuesta.

5. Si es posible, haz una investigación acerca de los efectos negativos sobre la salud que el daño ocasionado al medioambiente está produciendo en diversos lugares del mundo. ¿Qué sucede en tu comunidad? ¿Qué papel desempeñas y deberías desempeñar en esta área? ¿Cómo podrías aprovechar algún activismo ecologista para la difusión del evangelio?

6. ¿Qué cambios, aun pequeños, podrías hacer en tu estilo de vida que podrían beneficiar el medioambiente? ¿Cuánto sacrificio propio requeriría de tu parte?

12 comentarios:

  1. ¿POR QUÉ LO LLAMAN MEDIO?
    ¿NO ES MEJOR ENTERO?

    NO QUEREMOS MEDIO AMBIENTE
    LO QUEREMOS ENTERO...

    Feliz semana, animaosssss
    ¿Qué tal JR barcelona?
    Genial me imagino..
    diego calvo

    ResponderEliminar
  2. Hace unos meses asistí a una conferencia de sábado por la tarde de un pastor. El título era atractivo y por eso me animé: "La iglesia adventista y el medioambiente". La cosa prometía. Nada más lejos de la realidad. Después de hacer un repaso bastante exhaustivo sobre cómo el ser humano estaba esquilmando los recursos naturales que Dios había puesto a su disposición, la conclusión me pareció de lo más sorprendente. Acabó diciendo: ¿Veis? Todo estaba profetizado, y esto nos muestra que la segunda venida de Jesús está muy cerca. Ni una referencia al compromiso, aquí y ahora, que los hombres tenemos con nuestro planeta, y el cambio de actitud que deberíamos abanderar los creyentes. Nada de nada. La única lección que él era capaz de extraer era que la Biblia tenía razón, y que sólo nos queda esperar a que Dios ponga fin a esta situación.

    Cuando toda la responsabilidad y la búsqueda de soluciones la cargamos sombre los hombros de Dios, nos convertimos en niños de teta que necesitan que todo se les de hecho. Y cuando sustentamos nuestra mirada hacia el medioambiente en que sólo Dios pondrá remedio, nos hacemos irresponsables.

    El registro del Génesis lo deja claro. Después de crear el mundo, y entregar su gestión en las manos del ser humano, Dios pasó al descanso: "Y el séptimo día descansó". Es una imagen muy sugerente. Dios se desdibuja, se difumina. No porque se desentienda de lo que ha hecho, sino porque nos deja, como sus embajadores que somos, el cuidado de la Tierra. Como alguien que sabe delegar sus funciones, y confía plenamente en quienes se quedan al cargo de su creación, Dios pasa al descanso para dejar que los seres humanos nos ocupemos responsablemente de ella. El octavo día es el tiempo de los hombres y las mujeres que se saben encargados por Dios de gestionar, de forma inteligente, los ingentes recursos de que el planeta dispone. Gobernar la Tierra no significa echarla a perder, y es nuestra función cuidarla.

    Como en la parábola de Jesús, el dueño de la viña se marcha de viaje y deja a sus obreros la responsabilidad de hacerla fructificar. Es un riesgo que él corre, porque la viña es suya, pero deja su futuro en las manos de sus encargados. Porque confía en ellos y los sabe preparados para hacerlo. Por ello, es nuestra ineludible responsabilidad tratar con respeto lo que Dios puso en nuestras manos, y no dejar la Tierra como un campo yermo. Aunque Él vendrá un día a poner las cosas en su sitio, no podemos escudarnos en ello para hacer lo que queramos...

    ResponderEliminar
  3. "Ningún hombre público... cree que la Biblia signifique lo que dicen sus palabras: siempre está convencido de que dice lo que quiere decir él."

    George Bernard Shaw

    ResponderEliminar
  4. muy bueno JR. tienes mucha razón. cuanta confianza inmerecida

    ResponderEliminar
  5. Me parece interesante constatar que el relato del Génesis nos explique lo que Dios dijo a los seres humanos que debían comer: frutos de los árboles y semillas de las plantas.

    A mí me parece que la lección es evidente: no hagáis daño a la Tierra ni a sus criaturas. Ni siquiera para comer. No comáis nada a lo que tendríais que dañar para hacerlo. No matéis animales para comer, ya que os he encomendado la misión de hacer fructificar la vida, no de acabar con ella. Comed frutos de los árboles y plantas que dan semilla, que si no se recogen caen y se echan a perder, y cuya recolección no supone ningún mal para esas criaturas. El medioambiente os impondrá sus propios ritmos, y no os permitirá esquilmar sus recursos.

    Ésa era la percepción de Dios sobre el medioambiente, y su propuesta para que todo funcionase: lo que les sobra a unos será la manutención de los otros, y viceversa. Dios, en su sabiduría, fue el primer ecologista, y los seres humanos, sobre todo los creyentes que llevan a gala ser sus embajadores, lo han olvidado. En esto sí que deberíamos volver a las sendas antiguas...

    ResponderEliminar
  6. Ostras!!, todo encaja una vez mas, mira que todo estuvo hecho de manera que nos beneficiaramos todos, incluso los pobres animalitos que ara nos comemos, que obra maestra!. Y si nos alimentábamos como Dios mando al principio tendríamos una mejor calidad de vida, viviríamos mas años, las enfermedades a penas se asomarían por nuestro cuerpo...que malos administradores! :/. A lo mejor no podramos revertir cosas como el daño que hemos hecho a la capa de ozono o quitar de nosotros las enfermedades causadas por nuestra mala alimentación (casi todas), pero siempre podremos tomar la sesión de cambiar para mejor y me incluyo porque soy uno de esos malos administradores de las cosas de Dios.

    Luis.

    ResponderEliminar
  7. ¿Cómo podemos sostener, los cristianos, una mirada ecológica comprometida, incluso desde la propia religión, y pensar en el diluvio, probablemente la mayor catástrofe medioambiental de la historia, como viniendo de parte de Dios? Es muy probable, incluso, que la mayor parte de terremotos que ocurren hoy en día provengan de aquel extraordinario y salvaje corrimiento de placas tectónicas, fruto del diluvio (estoy escribiendo ahora para los creyentes que no ponen en duda este suceso; ya que para otros, y sus razones tienen, es mítico...). ¿Cómo pudo ser que el Creador del cielo y de la tierra (así pensamos los creyentes), que con tanto cuidado dispuso las condiciones necesarias para que la vida se abriera camino (la de los seres humanos, animales y vegetales), estuviese detrás de la aniquilación casi masiva de los seres vivientes, así como de la devastación que ahora se produce con cada terremoto que de ese suceso proviene, o del agresivo cambio climático consiguiente? Aquél que, según Jesús dijo de forma hiperbólica, nos quiere tanto a todos que tiene contados cada uno de nuestros cabellos, ¿cómo pudo ser capaz de arrasar de aquella forma la casi totalidad de su creación?

    Una mirada creyente mínimamente sensible, sin frenos tradicionalistas, puede cuestionarse la veracidad de tal afirmación, y la causalidad divina de aquella catástrofe. Al menos, a mí se me hace incompatible el Dios de Jesús con el genocida (casi "pangicida") Dios de quien cree que el Creador pudo estar detrás de todo aquello.

    Y como necesito con toda mi alma comprender esta aparente contradicción (yo diría este escandaloso malentendido) os propongo una explicación al diluvio, ciertamente aventurada, pero a mi entender más pegada al Dios que Jesús vino a revelarnos, y que puede convertirse en un alegato ciertamente ecologista:

    En el principio, el mundo que Dios echó a andar funcionaba correctamente y era "bueno en gran manera". Pero todo lo que funciona a la perfección (digamos, por ejemplo, un reloj suizo...), necesita que cientos (en el caso de la Tierra, miles) de mecanismos, cada uno con su función, realicen perfectamente su tarea encomendada. En lo que respecta a nuestro planeta, recién salido de las manos de Dios, el ser humano se constituye no en un mecanismo más, sino quizá en el más importante. El Creador le cede "la gestión de la creación".

    Tras darle la espalda a Dios, el ser humano se convierte en un "mecanismo ya imperfecto" que, lejos de sentirse garante del mundo y de los seres que lo habitan, se constituye en "depredador de los recursos naturales". Probablemente, además, la especie humana gozaba, por aquel entonces, de una inteligencia y de un potencial físico mucho mayores de los que ahora tenemos. Y estos recursos humanos, puestos durante siglos al servicio de la depredación de un planeta que necesitaba de un equilibrio extraordinario para funcionar, bien pudieron trastocar de forma desastrosa el medioambiente. Bien es sabido que basta la aparición de una especie extraña para que todo un ecosistema se resienta. Quizá eso fue lo que ocurrió, convirtiéndose, entonces, los propios hombres en esa especie extraña. La catástrofe era inminente... (Continúa...)

    ResponderEliminar
  8. Y Dios, que sabía lo que iba a ocurrir, advierte, a un hombre sensible, de lo que va a ocurrir. Y le propone construir un medio para salvarse del desastre. Pero no sólo a él y a su familia, sino a toda la creación. Por eso se lo dice 120 años antes de que ocurra. Para que todos tengan tiempo de reflexionar y dejen atrás la locura depredadora en la que están inmersos. Con esta advertencia pueden conseguirse tres cosas, ya que, como ya sabemos, las profecías suelen ser condicionales:

    1. Que la humanidad caiga en la cuenta de su locura y deje de esquilmar la Tierra y sus recursos, dándose una oportunidad de que la catástrofe no ocurra...

    2. Que la catástrofe ya no tenga vuelta atrás, y los seres humanos tengan que hacer caso a Noé y construirse arcas que los salven a ellos, y a todas las demás especies, de la destrucción natural que está por producirse, y cuyo recuerdo frenará en gran medida su locura depredadora actual...

    3. Que la humanidad no haga caso a Noé, con lo que sólo él y su familia, con un ramillete de especies animales (la cantidad de ellas estará ya sujeta a la fabricación de un solo barco) puedan salvarse de las consecuencias del cataclismo.

    El relato del Génesis explica lo que ocurrió al final. Pero esta visión de la mayor catástrofe que nuestro planeta haya sufrido (al menos hasta ahora) se sujeta mejor al Dios de amor que Jesús nos propone, siempre preocupado por sus criaturas y continuamente dispuesto a advertirles de los peligros que conlleva su locura depredadora. Un Dios que no destruye, sino que anuncia la destrucción que están gestando los seres humanos, para que puedan tener la oportunidad de salvarse de sus consecuencias. Pero un Dios, al fin, al que el don sagrado de la libertad que ha otorgado a los hombres no le permite cogerlos de las orejas y meterlos en un arca, en contra de su voluntad.

    Quizá suene a hermenéutica-ficción. Pero la alternativa de un Dios genocida me parece más ficticia todavía. Y menos pegada a la revelación del verdadero carácter de Dios que, para los cristianos, Jesús nos propone...

    ResponderEliminar
  9. También podríamos acelerar el proceso de destrucción de la Tierra para que se acabe todo cuanto antes... a lo Judas, ¿o no?

    POr cierto, observad cómo se comen los animales unos a otros y explicarlo...

    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Me han encantado los comentarios, especialmente los de Juan Ramón. Ya la lección de esta semana en sí resulta interesante.

    Yo también lamento profundamente que se consideren las profecías bíblicas sólo por su valor predictivo, sin considerar el llamamiento ético (de compromiso, dice acertadamente JR) que implican. Lo mismo ocurre con la conculcación de las libertades a escala planetaria a la que estamos asistiendo; hay adventistas que sólo ven en ello que "la Biblia tenía razón", sin comprender que esa realidad nos apela a condenar el liberticidio, las guerras imperialistas, la agresión a los derechos humanos...

    En cuanto al tema del medio ambiente, os recomiendo dos interesantes artículos de autores adventistas; creo que centran muy bien el tema:

    http://dialogue.adventist.org/articles/19_1_zuill_s.htm



    http://spanish.adventistworld.org/article.php?id=365

    ResponderEliminar
  11. ¡Hola a todos!

    Juan Ramón, eres un maestro. Eres tan bueno que serías capaz de analizar Mein Kampf y decir que el Führer no solo no era antisemita, sino que además inspiró a Lennon para componer Imagine.


    P.D. "Es muy probable, incluso, que la mayor parte de terremotos que ocurren hoy en día provengan de aquel extraordinario y salvaje corrimiento de placas tectónicas, fruto del diluvio..." xDDDDDD

    ResponderEliminar
  12. http://www.youtube.com/watch?v=fd4EgZnWujY

    Hola!! La técnica me jugó una mala pasada hace unos días y se borró mi comentario.
    Os ponía un enlace donde podríais ver un documental sobre el daño al delta del Níger por la petrolera Shell. Y os animaba a no repostar en sus surtidores. Dura unos 28 minutos y palpa uno el sufrimiento de la gente y su lucha por parar esta quema de gas injustificada y los vertidos espeluznantes que han contaminado su medio ambiente del que extraían alimento sano antes de la llegada de Shell. A esta multinacional le resulta más barato quemar el gas que utilizarlo para generar energía para los habitantes de la zona o para exportarlo o para lo que sea. Es mejor "tirarlo" y sacar así el petróleo de manera "barata".
    Sí, este mundo está en manos de insensibles. Así ponen gobiernos títeres que les permiten esto con total impunidad. Por eso me suenan a huecas las palabras recientes de Obama diciendo que va a exigir a BP la limpieza de todo el crudo derramado en el golfo de México y que ahora se dirige a las costas norteamericanas. Blablablabla...

    He leído el artículo que nos proponía Jonás (el primer el link, el segundo no ha salido nada). Y he podido darme cuenta de esas "ocasiones perdidas" en que los cristianos podríamos habernos sumado a aquellos que de algún modo han despertado y tomado posición en la defensa del medio ambiente o del ambiente entero, como decía Diego.

    Confieso que en el pasado reciente alteré la paz de las familias que se desplazaban por la montaña en vehículos y junto a un grupo ecologista les impedíamos el paso a una pista de montaña (Valle de Oza) que no llevaba a ninguna parte y que se podía recorrer caminando y disfrutando del bello paisaje, del río, etc. Unos se lo tomaban bien, otros no tan bien. El resultado es que desde entonces se han ido colocando cadenas y sólo se permite el paso a vehículos forestales y ganaderos.

    Confieso que me he manifestado contra el aeródromo de Santa Cilia de Jaca, porque creíamos que las avionetas particulares ponían en riesgo la tranquila vida de las colonias de buitres que viven en San Juan de la Peña. Además de perturbar la paz de los vecinos de la zona.

    Confieso que participé en una acción que pretendía impedir la extracción de áridos del curso del río Gállego, llegando a estar un activista a un palmo del parachoques del camión y con una piedra en la mano, imaginaos el contraste. Fue más que emocionante.

    Confieso que participé en una protesta contra el uso de los ibones de alta montaña para la producción de nieve artificial, poniendo así en peligro ecosistemas muy débiles y con vida propia.

    Confieso que "irresponsablemente" llevé a mi hijo al menos en dos ocasiones y confieso que en todas nos lo pasamos genial. Conviviendo con gente "distinta", que caminaban descalzos, que se bañaban en pelota picada en el agua fría del río, que eran la mayoría vegetarianos y que surgían las primeras conversaciones sobre este tema. Que eran gente "alternativa" que consumían lo necesario y que proviniendo de distintos colectivos eran capaces de unirse en acciones de este tipo.

    Las últimas movidas han tenido que ver con la expansión de la estación de esquí de Formigal.

    Creo que hemos de tomar partido, defender aquello que nos fue entregado y nos aloja, nos alimenta, nos calienta, etc.
    Además no olvidemos que no es nuestra esta Tierra, es de Dios. Lo terrible es que "el hombre" cree que es suya y así nos va.

    Llega tarde mi comentario, pero ya sabéis que a veces no se escribe para los demás, sino para uno mismo.

    Abrazos.

    ResponderEliminar