lunes, 9 de agosto de 2010

Lección 7 Para el 14 de agosto de 2010: Victoria sobre el pecado


Sábado 7 de agosto

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 6; 1 Juan 1:8- 2:1.

PARA MEMORIZAR:
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Rom. 6:14).


DESPUÉS DE ANALIZAR la justificación por la fe, sin las obras de la ley, Pablo responde la pregunta: Si las obras no nos salvan, ¿por qué hacerlas? ¿Por qué no seguir pecando?

El capítulo 6 es su respuesta. Habla de lo que llamamos la “santificación”, el proceso por el cual vencemos el pecado y reflejamos el carácter de Cristo. Aclaramos, sin embargo, que la palabra “santificación” no aparece en Romanos. (La palabra “santificada” aparece una vez en Romanos 15:16.) ¿Significa esto que Pablo no tiene nada que decir acerca de la santificación? No, solo significa que no usa ese término.

En la Biblia, “santificar” significa “dedicar”, generalmente a Dios. Ser santificado se presenta a menudo como un acto pasado, ya completado. Por ejemplo, “todos los santificados” (Hech. 20:32) son los que están dedicados a Dios.

Este uso bíblico de “santificar” no niega la doctrina de la santificación, que es la obra de toda la vida. La Biblia apoya sólidamente esta doctrina, pero usa otros términos para describirla.


Esta semana consideramos otro aspecto de la salvación por la fe, que puede ser mal comprendido: la promesa de victoria sobre el pecado en la vida de quien fue salvado por Jesús.

Domingo 8 de agosto: GRACIA ABUNDANTE

En Romanos 5:20, Pablo dice: “Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Su punto es que no importa cuánto se haya pecado o cuán terribles sean los resultados del pecado, la gracia de Dios es suficiente para resolverlo. ¡Qué esperanza debiera darnos, especialmente si sentimos que nuestros pecados son demasiado grandes para ser perdonados!

Luego, Pablo muestra que el pecado nos lleva a la muerte, pero la gracia de Dios, por medio de Jesús, derrotó a la muerte y nos da vida eterna.

Lee Romanos 6:1. ¿Qué lógica usa Pablo aquí y cómo, en los versículos siguientes, responde a ese pensamiento? Rom. 6:2-11.

En el capítulo 6, Pablo alega que una persona justificada no debería pecar porque ha muerto al pecado, y explica lo que eso significa.

La inmersión en el bautismo representa la sepultura. ¿Qué se sepulta? El “viejo hombre” de pecado: es decir, el cuerpo que comete pecado, dominado por el pecado. Así, este “cuerpo del pecado” queda destruido, y ya no servimos al pecado. En Romanos 6 el pecado es personificado como un amo que domina a sus siervos. Una vez que el “cuerpo del pecado” que sirvió al pecado es destruido, el dominio del pecado cesa. El que sale de la tumba líquida es una persona nueva que no sirve al pecado. Ahora camina en novedad de vida.

Cristo murió una vez para siempre, pero ahora vive eternamente. La muerte ya no puede dominarlo. Así, el cristiano que es bautizado muere al pecado para siempre y no debería volver a estar más bajo su dominio.

Cualquier cristiano sabe que el pecado no desaparece automáticamente de nuestras vidas una vez bautizados. No ser gobernados por el pecado no es lo mismo que no tener luchas con él. Tenemos batallas diarias para mantenernos muertos al pecado y vivos para Cristo. Las promesas de victoria están allí, pero debemos pedirlas por fe. También debemos recordar que la gracia de Dios abunda, aun cuando pecamos. Si no fuera así, ¿qué esperanza tendríamos, aun después de ser bautizados?

¿Cuál ha sido tu experiencia con el pecado, aun después del bautismo? ¿Qué elecciones estás haciendo para que el pecado no tenga poder sobre ti ya que tenemos promesas en la Biblia de lograr la victoria sobre él?

Lunes 9 de agosto: EL PECADO PERSONIFICADO

¿Qué amonestación nos da Romanos 6:12?

La palabra reine indica que el “pecado” está representado como un rey. La palabra griega traducida “reine” significa “ser un rey” o “actuar como un rey”. El pecado está muy dispuesto a ser el rey de nuestros cuerpos y dictarnos nuestra conducta.

Cuando Pablo dice “no reine, pues, el pecado”, implica que la persona justificada puede elegir que el pecado no se establezca como rey en su vida. Aquí interviene la voluntad.

“Lo que necesitas comprender es la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de elegir. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo. Tú no puedes cambiar tu corazón, ni por ti mismo dar sus afectos a Dios; pero puedes elegir servirlo. Puedes darle tu voluntad; entonces él obrará en ti tanto el querer como el hacer según su voluntad. De ese modo tu naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo; tus afectos se centrarán en él y tus pensamientos se pondrán en armonía con él” (CC 47).

En Romanos 6:12, la palabra griega traducida “concupiscencias” significa “deseos”. Estos deseos pueden ser buenos o malos; cuando reina el pecado, deseamos lo malo. Estos deseos serán fuertes, aun irresistibles, si peleamos contra ellos por nosotros mismos. El pecado puede ser un tirano cruel, que nunca está satisfecho. Solo por la fe, y reclamando las promesas de victoria, podemos vencer a este amo implacable.

En este versículo la palabra “pues” es importante. Retrocede a lo que Pablo dijo antes, en los versículos 10 y 11. La persona bautizada vive ahora “para Dios”. Él es el centro de su nueva vida. La persona sirve ahora a Dios, hace lo que agrada a Dios y no puede servir al pecado al mismo tiempo. Ella está viva “para Dios en Cristo Jesús”.

Vuelve a la cita de Elena de White en la sección de hoy. Nota cuán vital es el concepto de la libertad de elección. Como criaturas morales, debemos tener libertad de elección, el poder de elegir el bien o el mal, lo correcto o lo incorrecto, Cristo o el mundo. ¿Cómo estás usando esta libertad moral?

Martes 10 de agosto: ¿BAJO LA LEY?

Lee Romanos 6:14. ¿Cómo entendemos este versículo? ¿Significa que los Diez Mandamientos ya no son obligatorios para nosotros? Si no es así, ¿por qué?

Romanos 6:14 es una de las declaraciones clave en el libro de Romanos. Lo oímos, generalmente, citado en el contexto de alguien que nos dice que el sábado ya ha sido abrogado.

Pero eso no es lo que quiere decir el texto. ¿Cómo podría ser eliminada la ley moral, ya que el pecado todavía es una realidad, y la ley moral es lo que define el pecado? Si lees todo lo que está antes en Romanos, o aun solo en el capítulo 6, sería como si, en esta discusión acerca de la realidad del pecado, Pablo dijera de repente: “La ley moral, los Diez Mandamientos que definen el pecado, han sido abolidos”. Esto no tendría sentido.

Pablo dice a los Romanos que la persona que vive “bajo la ley”, es decir, bajo la economía judía como se la practicaba en sus días, con sus reglamentos hechos por los hombres, será gobernada por el pecado. En contraste, la persona que vive bajo la gracia tendrá la victoria sobre el pecado porque la ley está escrita en su corazón y permite que el espíritu de Dios la guíe en sus pasos. Aceptar a Jesús como el Mesías, ser justificados por él, ser bautizados en su muerte, haber destruido al “hombre viejo” y haber nacido de nuevo para caminar en novedad de vida: estas son las cosas que destronarán el pecado de nuestras vidas. Ese es el contexto total de estos versículos: la promesa de la victoria sobre el pecado.

No debemos definir “bajo la ley” en forma demasiado restringida. La persona que supuestamente vive “bajo la gracia” pero desobedece la ley de Dios no encontrará gracia, sino condenación. “Bajo la gracia” significa que, por medio de la gracia de Dios revelada en Jesús, la condenación que la ley trae inevitablemente a los pecadores ha sido eliminada. De modo que ahora, libres de esta condena de muerte que produce la ley, vivimos en “vida nueva” y ya no somos más esclavos del pecado porque hemos muerto al yo.

¿Cómo has experimentado la realidad de una vida nueva en Cristo? ¿Qué evidencia puedes dar que revele lo que Cristo ha hecho en ti? ¿Qué áreas estás rehusando dejar y por qué debes dejarlas?

Miércoles 11 de agosto: DOS AMOS EN CONFLICTO

Lee Romanos 6:16. ¿Qué enfatiza Pablo? ¿Por qué su argumento aquí es “negro o blanco”? Es decir, es o uno o lo otro, sin terreno intermedio. ¿Qué lección deberíamos obtener de este contraste tan claro?

Pablo dice otra vez que la nueva vida de fe no nos otorga libertad para pecar. La vida de fe hace posible la victoria sobre el pecado; de hecho, solo por medio de la fe podemos tener la victoria que se nos promete.

Después de personificar al pecado como un rey que domina a sus súbditos, Pablo retorna a la figura del pecado como un amo que exige obediencia de sus siervos. Pablo señala que una persona tiene la posibilidad de elegir a su amo: servir al pecado, que conduce a la muerte, o servir a la justicia, que conduce a la vida eterna. Pablo no deja espacio intermedio aquí, ni deja lugar para componendas. Es el uno o la otra, porque al fin, afrontamos la muerte eterna o la vida eterna.

Lee Romanos 6:17. ¿De qué modo Pablo amplía aquí lo que dijo antes?

Nota cómo la obediencia está vinculada con la doctrina correcta. La palabra griega para “doctrina” significa “enseñanza”. A los cristianos romanos les habían enseñado los principios de la fe cristiana, que ahora obedecían. La doctrina o enseñanza correcta, al ser obedecida “de corazón”, ayudó a los romanos a llegar a ser “siervos de la justicia” (vers. 18).

Algunos dicen que la doctrina no importa, alcanza con que mostremos amor. Esa es una expresión muy simplista de algo que no es tan sencillo.

Como se dijo antes, Pablo estaba preocupado por la falsa doctrina que los gálatas habían aceptado. Por eso, necesitamos ser cuidadosos acerca de las afirmaciones que de algún modo rebajan la importancia de la enseñanza correcta.

Siervos del pecado/siervos de la justicia: el contraste es muy fuerte. Si después del bautismo pecamos, ¿significa esto que no estamos realmente salvados? Lee 1 Juan 1:8 al 2:1. ¿Cómo estos textos nos ayudan a comprender qué significa ser un seguidor de Cristo, aunque todavía sujetos a caídas?

Jueves 12 de agosto: FRUTO PARA SANTIFICACIÓN

Lee Romanos 6:19 al 23. Resume la esencia de lo que dice Pablo. Pregúntate cómo puedes practicar en tu vida las verdades que Pablo está analizando. Además, ¿cuáles son los problemas que están en juego aquí?

Pablo muestra que comprendía plenamente la naturaleza caída de la humanidad. Habla de la “humana debilidad”, que es una traducción correcta del griego. Él sabía lo que la naturaleza humana caída, abandonada a sí misma, era capaz de hacer. Por eso, otra vez, habla del poder de elección: el poder que tenemos de elegir rendirnos (incluyendo nuestra carne débil) a un nuevo amo, Jesús, que nos dará poder para vivir una vida justa.

Romanos 6:23 muestra que la penalidad del pecado –es decir, la transgresión de la ley– es la muerte. Ciertamente, la paga del pecado es muerte. Debemos ver el pecado como un amo que domina a sus siervos, los engaña y les paga con la muerte.

Nota que en su desarrollo de la figura de los dos amos, Pablo llama la atención al hecho de que el servicio a uno de los amos significa libertad del otro. Vemos que la elección es clara: o uno u otro. No hay término medio. Al mismo tiempo, ser libres del dominio del pecado no significa que sea imposible pecar más, o que no debamos seguir luchando aunque, a veces, caigamos. Significa, en cambio, que ya no estamos dominados por el pecado, aunque siga siendo una realidad en nuestra vida y debemos pedir cada día el cumplimiento de las promesas de victoria sobre él.

Este pasaje es una poderosa apelación a quien está sirviendo al pecado. Este tirano no ofrece nada sino la muerte como pago por hacer cosas vergonzosas; por eso, una persona razonable deseará emanciparse de este tirano. En contraste, los que sirven a la justicia hacen cosas que son correctas y dignas de elogio, no con la idea de ganar la salvación, sino como el fruto de su nueva experiencia. Si actúan en un intento de ganar la salvación, están perdiendo de vista todo lo que es la salvación y las razones por las que necesitan a Jesús.

Viernes 13 de agosto

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “Aprópiense de la victoria”, Mensajes para los jóvenes, pp. 103, 104; “El verdadero motivo del servicio”, El discurso maestro de Jesucristo, pp. 79-81; “Una súplica a los jóvenes”, Joyas de los testimonios, t.1 pp. 349, 350; y el Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1.074, 1.075.

“Él [Jesús] no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad; fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en él. Y él vino para hacernos participantes de la naturaleza divina. Mientras estemos unidos con él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo, con el fin de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección” (DTG 98, 99).

“En nuestro bautismo nos comprometemos a romper toda relación con Satanás y sus instrumentos, y a poner corazón, mente y alma en la obra de extender el reino de Dios. [...] El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se han comprometido a cooperar con los instrumentos humanos santificados” (CBA 6:1.075).

“Una profesión del cristianismo, sin la fe y las obras correspondientes, no servirá de nada. Nadie puede servir a dos señores. Los hijos del maligno son los siervos de su señor, al cual se entregaron para obedecerle; son sus siervos, y no pueden ser siervos de Dios a menos que renuncien a todas sus obras. [...] Dios ha revelado verdades sagradas y santas que han de separar a sus hijos de los impíos y purificarlos para sí. Los adventistas del séptimo día deben vivir conforme a su fe” (JT 1:155).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR
1. Aunque tenemos maravillosas promesas de victoria sobre el pecado, todos somos conscientes de que hemos caído, de que somos pecadores y de cuán corruptos pueden ser nuestros corazones. ¿Hay alguna contradicción aquí? Explica tu respuesta.

2. En la clase, da un testimonio de lo que Cristo ha hecho en ti y de la nueva vida que tienes en él.

3. Es importante recordar que nuestra salvación descansa solo en lo que Cristo hizo por nosotros. ¿Qué peligro surge si enfatizamos en exceso esa maravillosa verdad excluyendo la otra parte de la salvación: lo que Jesús hace en nosotros, al transformarnos a su imagen? ¿Por qué necesitamos comprender y enfatizar ambos aspectos de la salvación?

35 comentarios:

  1. Romanos & es una clara referencia para saber que la verdadera victoria sobre la naturaleza de nuestra realidad existencial, para los que partimos de la idea del egoismo innato, proviene de Dios y no del hombre. El hombre puede hacer esfuerzos en muchas disciplinas pero no puede ni debe luchar donde no le corresponde, de lo contrario, sufrirá las consecuencias...

    Gracias Dios por darnos, regalarnos la victoria sobre "Hamartía"...

    Un beso...

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  2. ¡Hola!

    Diego, no estoy nada de acuerdo con tu comentario. Esa imagen que tenéis los cristianos del ser humano como pecador nato, o como ser corrupto per se, me deprime bastante. Leer esta lección y tu comentario justo después de haberme gozado algunos vídeos de Carl Sagan y Ann Druyan, es dar un paso atrás en el tiempo.

    Los seres humanos reúnen muchas cualidades negativas, como los instintos tribales o la violencia... pero también son capaces de crear arte y de generar bienestar mediante la cooperación, la tecnología y la tolerancia; características que nos aportan "humanidad". La suma de todo lo anterior es definitoria de nuestra especie, pero creo que lo que nos ennoblece es precisamente nuestra capacidad de analizar este asunto y seleccionar las cualidades que nos interesan para la convivencia en el planeta, desechando las cualidades que son perjudiciales para la paz.

    Los libros sagrados, como el tuyo, son y han sido siempre un estorbo para el avance de nuestra especie hacia una sociedad más justa y respetuosa en general: el análisis de las consecuencias de nuestros actos en el mundo real nos ha permitido superar la esclavitud o la represión sexual -detalladamente justificados en tu Biblia, que viene sin manual de instrucciones-. Todavía hoy hay científicos que desperdician su valiosísimo tiempo refutando las "teorías" creacionistas, o mujeres pertenecientes a comunidades cristianas que se frustran al ver que no hay lugar para el liderato del sexo femenino dentro de la organización...

    Últimamente he insistido bastante en la ambigüedad de los textos bíblicos a la hora de intentar establecer un código moral eficiente. Por ejemplo, ¿te has leído la nueva entrada de Juan Ramón en 2a1/2luz? Está genial, es decir, estoy completamente de acuerdo con casi todo lo que dice sobre lo que debería ser la identidad cristiana y ojalá muchos cristianos se subiesen a la onda Juanramoniana, pero hay un factor que lo emborrona todo: la fe ciega en el libro.

    Podría hacerlo, pero no tengo ganas ni tiempo para escribir un artículo completo imitando el estilo de su entrada, con versículos en cursiva que apoyasen otra visión distinta a la suya y concluyendo con una identidad cristiana diferente a la que él nos plantea. La supuesta autoridad del libro que utiliza para apoyar su discurso es lo que hace que todo se venga abajo. Su mensaje es claro y de carácter filantrópico, pero se ve degradado al considerarlo como "identidad cristiana" y no como fruto del razonamiento y la observación de las evidencias en la realidad:

    Hay infinidad de interpretaciones sobre infinidad de libros sagrados que permanecen inalterados por mucho que pase el tiempo... en contraposición al mundo real, que es dinámico y lo compartimos todos.


    ¡Un abrazo a todos!

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  3. La primera reflexión que hace el autor esta semana me parece muy oportuna, y va en forma de pregunta:

    "DESPUÉS DE ANALIZAR la justificación por la fe, sin las obras de la ley, Pablo responde la pregunta: Si las obras no nos salvan, ¿por qué hacerlas? ¿Por qué no seguir pecando?"

    En una sociedad de mercado; en una concepción utilitarista de la vida; en una sociedad en la que todo (o casi todo) está marcado por el interés, y la máxima aspiración es obtener réditos de lo que hacemos, y cuantos más mejor, estas preguntas tienen sentido.

    En realidad, lo que se plantea aquí es el "para qué" y no el "por qué". Es decir, si Pablo abunda hasta la saciedad en que la salvación es un regalo de Dios, y que gracias a la vida de Jesús, más allá de su propia muerte, el creyente descansa en la confianza de que Dios le ama sin calcular las consecuencias cósmicas de su amor, de forma testaruda, se equivoque el ser humano cuanto se equivoque, y que ha provisto la solución divina al callejón humano y sin salida; si todo esto lo obtiene el creyente sin mediar obras que acrecienten su pronóstico de salvación... Es decir, si las obras no tienen peso en vistas a la obtención de la vida eterna, ¿para qué esforzarnos en hacerlas? Fin de la transacción.

    Esta manera de pensar es puro capitalismo espiritual, a mi entender. Es como si dijésemos: ¿A santo de qué voy a invertir capital (esfuerzos) para obtener una herencia que ya es mía por derecho de adopción? ¿Qué sentido tiene?

    La visión que nos platea Pablo, sin embargo, poco tiene que ver con el capitalismo, y sí con la economía sostenible (por seguir con el símil del paradigma económico). Es decir, Dios ha propuesto su ley a los seres humanos para que esto se "sostenga" lo mejor posible, no para que obtengan el rédito eterno de la salvación. La ley tiene que ver con el aquí y el ahora.

    Sin una ética que ponga a la par los intereses de los demás con los míos, y me haga descubrir mis verdaderos intereses, lo que mejor me realiza como ser humano, la existencia es pura supervivencia, la ley del más fuerte, la pura ley de la selección de las especies. Y creo que Dios no quiere eso para sus criaturas. Una forma de vida basada en el respeto a los demás y a sus intereses, y una ética que me permita descubrir y fomentar, con la ayuda del Espíritu, lo mejor de mí mismo (que es Dios habitando en mí), es lo único que puede hacer de este mundo algo "sostenible".

    Por ello, la pregunta del autor se me antoja pertinente. Si no obtengo la salvación con ello ¿para qué voy a preocuparme por cumplir la ley?

    Mi propuesta es ésta: aunque el cumplimiento de la ley no me lleva al más allá, hace un poco más sostenible, más vivible, más realizable, más solidario y más ético el más acá...

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  4. Por cierto, Macarra-Chungo, y esto te lo propongo desde la más absoluta sinceridad. Si te apetece escribir ese artículo que propones, yo me comprometo a publicarlo y a debatirlo en 2a1/2luz. No es un reto, ni un guante que te lanzo a la cara. Es la propuesta de alguien que sabe que lo harás desde el respeto y con ganas de mostrar una parte de la realidad que quizá nuestra apuesta por la fe vela.

    Si te animas, estoy en jrjunqueras@telefonica.net.

    Un abrazo.

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  5. Hola amigos:

    De acuerdo en tu desacuerdo pero debo escribir, el concepto de pecado que yo tengo, dista mucho de gtener algo que ver con la conducta del ser humano, no es lo que hacemos sino lo que somos..

    La realidad lleva a la salvación y la salvacíón viene del amor. El amor conlleva la acción, y el ser humnano es presentado en toda su dimensión, una dimensión que habíamos perdido.
    Tu no eres pecador por lo que haces, sino por lo qu eres..

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  6. Mi reflexión va en torno a la libertad de elección y su ejercicio. Lo que nos hace seres moralmente libres es nuestra capacidad de decidir. Lo que hagas con tu libertad decidirá tu destino. Elegir supone responsabilidad. ¿que haras con tu voluntad? ¿de que lado la ejerceremos? Ese es el centro de la Escuela Sabática para mi esta semana. Filosofica y teologicamente podemos hacernos muchas p.. mentales entorno al tema..Un abrazo

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  7. Gracias Anónimo, una muy buena reflexión, muy interesante. Lo que a mi me gustaría proclamar es precisamente lo contrario a la critica que se ha hecho de la religión "opresora" del ser humano. No es cierto, la verdadera religión vuelve a unir al hombre con Dios, vuelve y potencia toda capacidad perdida. Viva la verdadera religión, la que alimenta al alma y da vida al corazón...

    Diego

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  8. Apreciado Anónimo, has dado en el clavo. Esa es la verdadera clave que mantiene en pie el arco: la libertad de elección, el libre albedrío, que tantos quebraderos de cabeza causa en algunos integristas y que algunos quisieran borrar del mapa. El problema, como creo que intuyes, no es la religión en si, sino los falsos religiosos que se erigen en "salvaguardas" de la moral social y comunitaria.

    Cada vez que veo, oigo o leo de alguien que quiere imponer su moral, por lo general religiosa pero también de sentido antirreligioso, no puedo evitar sentir que un escalofrío me recorre el espinazo. En absoluto soy amante de la anarquía y la desconsideración, sino del orden y el respeto; pero de ahí a querer imponer mis criterios va un larguísimo trecho por el que no estoy dispuesto a andar. Me horroriza pensar que pueda haber quienes centran su vida en escudriñar los supuestos fallos ajenos para echarlos en cara a la mínima ocasión propicia. Mi lema vital es exigencia con uno mismo y respeto por los demás. Yo sé muy bien cuándo actúo mal, contra mi conciencia y lo que digo creer; pero desconozco los motivos y las razones que empujan a mis semejantes a actuar como actúan.

    Por eso pienso que, si tienen que rendir cuentas, ya lo harán en su momento y ante quien tengan que hacerlo; no soy yo quién para exigirles nada. Ni tampoco me escandalizo por que alguien haga o deje de hacer cosas que yo no haría o no dejaría de hacer. Es su vida, no la mía. A lo sumo, me acercaré y preguntaré las razones. Si me las dan y son concluyentes, bien. Cambiaré mi manera de entender el asunto; y aquí paz y después gloria. Si no, allá ellos. Como dijo Jesús, ¿a mí qué?

    El asunto de la ley es algo tan personal que nadie debería condenar a nadie por no hacer las cosas a su modo. A lo mejor, ese pobre-diablo-que-lo-hace-todo-al-revés está siguiendo la ley mejor que yo, que presumo de honorabilidad y excelencia.

    Como ya dije hace un par de semanas, el cristiano genuino no obedece la ley como si se tratara de un trámite a seguir para obtener la salvación; la sigue, porque la ve como algo bueno y recomendable por los grandes beneficios para el aquí y ahora que conlleva seguirla. Por lo que veo, esta semana, la lección viene a decir lo mismo. Espero sinceramente que no haya nadie, o casi nadie, que la entienda como una justificación para el legalismo y la opresión de unos pocos sobre los muchos. El evangelio es libertad, no cadenas; convence, no impone.

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  9. Genial Niel, como casi siempre pero permíteme una observación. ¿Recuerdas Gáltas? Entonces comprenderás que no es un tema baladí y que ha traído más de un dolor de cabeza a más de alguno, incluido a nuestra pequeña parcela de creyentes "justificados".

    La ley es sumamente importante en una economía de gracia. No presenta un valor salvífico pero eso no quiere decir que no presente ningún valor.
    Demos gracias a Dios por tener una Ley en la que ampararnos... Un abrazo amigo

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  10. Por supuesto que la Ley es importante. Pero eso no es excusa para que yo decida cómo debes seguirla tú. Ese es el gran error de los religiosos de "extrema derecha": lo tienen todo muy claro y quieren imponer su visión de las cosas a los demás, compartan o no sus puntos de vista.

    Por otra parte, fíjate en cuál es mi lema: exigencia con uno mismo y respeto por los demás. Eso incluye, por supuesto, la Ley; pero aplicándomela con exigencia a mí y sin juzgar a los que me rodean. Eso es lo que entiendo que debería hacer el cristiano: ser estricto consigo mismo y no juzgar a los demás.

    Precisamente, muchos de los que se llaman defensores de la recta religión hacen justo lo contrario. Son estrictos con los demás y laxos consigo mismos. Mira, si no, qué sucede por ejemplo con algunas iglesias, cuyos dirigentes exigen de sus feligreses la más absoluta fidelidad y obediencia mientras que ellos, con sus vidas, se saltan no sé cuantos preceptos de los que ellos exigen a su rebaño. O en nuestra iglesia, sin ir más lejos, que se ha juzgado a personas por errores cometidos en el pasado de los cuales ya se habían arrepentido.

    Además, el propio Pablo dice que hacer las cosas sin estar convencido de su rectitud es pecado (cf. Rom. 14: 23). Por tanto, y abundando en el asunto de la imposición de cierta moral, obligar a alguien para que haga algo de lo que no está convencido es inducirlo a pecar; lo que, a su vez, también es pecar.

    La Ley es importante, sí; pero sólo en la vida personal de cada uno de los creyentes. Yo no puedo juzgarte a ti como tú tampoco puedes juzgarme a mí; porque mi relación con Dios es distinta de tu relación con Dios y mi estado de crecimiento en la fe es distinto de tu estado de crecimiento en la fe. ¿Cuándo dejaremos de juzgar para centrarnos en amar?

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  11. "La Ley es importante, sí; pero sólo en la vida personal de cada uno de los creyentes." por fin, discrepo contigo y con el autor de la lección cuando sostiene, que la nueva fe no nos otorga libertad para pecar. Es precisamente lo contrario, nos otorga completa libertad para pecar y para no pecar. Yo lo equiparo al consumo de drogas en una adicción. Cuando estás metido eres una victima dominada por el consumo. Cuando se te libera a través de la fé, dejas de ser dominado y comienzas a ser enteramente libre, y puedes escoger volver a consumir o no. Así es con el pecado. La Ley no es importante sólo en la vida de cada uno de los creyentes, haríamos tantas leyes como individuos y sólo hay una ley, que es el carácter de Dios adaptado y limitado a nuestra comprensión. La ley es importante en sí misma porque es una ley, y las leyes no entienden de morales o individuos. Se cumplen o no se cumplen pero no vale cada uno de los creyentes frente a ella. La ley nos ha condenado a todos y no hay nada que podamos hacer. Éste es el primer paso para la verdadera libertad, amigo Niel, la libertad para pecar por supuesto...

    Un beso

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  12. Ahh que pena Niel que sigas juzgando y juzgando y juzgando, probablemente seas tu de ultra izquierda y por eso actuas con el mismo juicio barato que los de ultra derecha, al final todos son unos ultras que es a loq ue quieres hacer llegar al pensamiento de las persoonas que entran aquí.

    Creo que tu te posicionas en contra de lo que dice Santiago, en su carta, sobre las obras y la fe, algo asi como que la fe sin obras es muerta.

    Ánimo y sigue ese camino de contemplación de la fe para salvarte y serás como los de la parábola de Jesús sobre el buen samaritano, al final por no hacer ni eso harás.

    Bueno ni tú ni algún otro que anda por estos lares.

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  13. jejejeje lo mejor de todo es que durante muchas semanas defendiendo a ultranza la fe en contra de la ley y ahora que Pablo habla de la ley todos a buscar una justificación para decir que la ley si vale, jejejej teología barata la que aplican algunos.

    Curiosamente el que tiene coherencia en sus comentarios es el anónimo principal, donde claramente dice que pasa de creer y defiende su postura sin fisuras. Que pena lo vuestro.

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  14. ¿Cuando alguien de este grupo de teólogos baratos ha dicho que la Ley no sirve para nada?
    Hasta donde yo he leído, en estas semanas se ha dicho:
    1.- La ley no salva; lo único que salva es la Gracia de Dios. Y somos justificados en Cristo. La Ley no es el instrumento de salvación.
    2.- No se puede uniformizar la FORMA en que se cumple, respeta o guarda la Ley.
    3.- Nadie, nadie puede juzgar la fe, la entrega a Dios o su consagración por la forma de cumplir, respetar o guardar la Ley. Las intenciones, el grado de comprensión y "el corazón" sólo lo puede juzgar Dios.

    Lo que sí ha habido por parte de algún que otro Anónimo han sido acusaciones de que algunos participantes en este foro no cumplen la Ley. Tal vez porque conoce bien a los participantes y sabe cosas que no se han dicho aquí.

    Después de discutir esto hasta la saciedad, avanzamos.

    Si la Ley no nos sirve para salvarnos ¿para qué sirve? Y eso es lo que Niel, Diego y Ramón están intentando analizar.

    Yo estoy de acuerdo en lo que dice Santiago. La fe produce obras al igual que la acción del Espíritu Santo produce frutos. MI pregunta es ¿qué tipo de obras produce la fe?. Los frutos del Espíritu sí que están "tipificados", pero ¿qué clase de obras produce la fe? ¿Mi fe produce las mismas obras que tu fe? ¿Mis obras son mejores o peores? ¿Mi fe es más cara o más barata?

    En lo que no estoy de acuerdo es en que la parábola del Samaritano sea un ejemplo de salvación. Jesús no juzga al sacerdote ni al levita por no haber socorrido al hombre. Reivindica al samaritano por su buena acción, pero no habla para nada de salvación.

    La parábola de las ovejas y los cabritos sí habla de salvación y de obras.

    Esther

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  15. Querida Esther.
    Haces muy buenas reflexiones. Veamos, las funciones de la Ley son muchas y variadas aunque no tengan utilidad en el campo de la salvación.
    El conocimiento de la verdad y de la fe es individual y progresivo, ésto significa que cada criatura va a ir comprendiendo y experimentando distintos enfoques que antes no sabía y va a actuar en consecuencia.
    No quiere decir que cada uno cumple la Ley a su manera, no, además, La ley de Dios no tiene imperativos, esa es nuestra traducción, sino que está escrita en infinitivos. No existen mandamientos o no como los entendemos los seres humanos, en la Ley de Dios las cosas funcinan de otra manera. Digamos que "vives" en ella, que es más importante que obedecer un reglamento. Se trata de un ideario no de un reglamento. Lo importante es que primero se entienda su espiritu, su función protectora y de apoyo, dentro de un marco guiado por la aparición del ESANTO en la vida del creyente, a partir de ahí, hablamos...
    Un beso

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  16. Permíteme un par de matices a tu comentario, Diego. En primer lugar, estoy de acuerdo con lo que dices en cuanto a que la ley no se cumple, sigue u observa cada cual a su manera. Pero aquí surge una cuestión en absoluto baladí: ¿Quién decide el cómo? ¿Tú? ¿Yo? ¿El pastor? ¿El Consejo de Iglesia? ¿El Consejo de la Unión? ¿El de la Asociación? ¿El Presidente de la División? Y ya puestos, ¿por qué no el Presidente de la Asociación General? Como puedes ver, se trata de una cuestión que tiene su enjundia.

    Sin embargo, tampoco defiendo que esto sea Jauja. Hay un único modo de hacer las cosas: el de Dios. Pero, puesto que Dios habla directamente a cada uno de los fieles a través de las Escrituras, es en ellas donde el ser humano debe buscar ese modo de hacer las cosas. Y aquí entra en juego el hecho de que cada uno se encuentra en un punto distinto del camino; con lo cual, porque cada uno tiene una perspectiva distinta, todos tenemos una visión distinta de la misma cosa. Esto no quiere decir que mi visión sea mejor o peor que la de otros; sencillamente, es distinta. Si mi fe es sincera, mis obras serán coherentes con lo que, en cada momento, entiendo que debe ser andar en la Ley. Y eso no es óbice para que lo que hoy me parece correcto mañana pueda parecerme una aberración porque habré entendido un nuevo aspecto de la Ley de Dios y mi manera de entender las cosas habrá cambiado. De ese modo, mis obras tienden hacia el plan original de Dios para el hombre, que este abandonó cuando pecó. Por eso la Ley me permite vencer el pecado, porque me marca el camino seguro que, libremente, puedo decidir si sigo o no.

    Vayamos al segundo asunto que requiere un matiz. Tiene que ver con los tiempos verbales en el Antiguo Testamento. Según tengo entendido, y puedo estar equivocado porque no he estudiado Filología Hebraica, el hebreo bíblico no entiende de pasado ni futuro. Ni tan solo de infinitivo, sino de presente y de distintos grados de intensidad de la acción. El imperativo o el futuro de las traducciones a las distintas lenguas es un añadido de los traductores. Dicho esto, sugiero que hagamos el ejercicio de trasladar todos los tiempos verbales del Decálogo al presente de indicativo. Veamos un ejemplo con el preámbulo y los cinco primeros mandamientos (me he basado en la traducción de la Nueva Biblia Española):

    «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saco de Egipto, de la tierra de esclavitud.

    »Tú no tienes otros dioses rivales míos.

    »Tú no te haces ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua bajo la tierra. No te postras ante ellos, ni les das culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: Castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen; pero actúo con lealtad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.

    »Tú no pronuncias el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no deja el Señor impune a quien pronuncia su nombre en falso.

    »Tú te fijas en el sábado y los santificas. Durante seis días trabajas y haces tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso dedicado al Señor, tu Dios: no haces trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que vive en tus ciudades. Porque en seis días hace el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos, y el séptimo descansa; por eso bendice el Señor el sábado y lo santifica.

    »Tú honras a tu padre y a tu madre; así prolongas tu vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da».

    ¿A qué se parece el resultado? ¿Verdad que tiene la forma de un contrato en el que se describen los distintos compromisos que, libremente —una vez más—, adquieren los firmantes? Por tanto, eso, y el hecho de que la Ley es el reflejo del carácter de Dios, confirma la tesis de que la Ley es el espejo en el que se mira el creyente para amoldarse cada vez más al Modelo propuesto.

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  17. Querido Niel, El infinitivo hebreo es fundamental en su estudio. Te remito a obras tan conocidas como las de expertos, tales como Armenteros o Badenas, obras que conocerás bien, que si las quieres te las hago llegar.

    ¿Es importante el cómo acaso? Existen infinidad de ejemplos bíblicos en los que la relación con Dios está por encima de cualquier conducta. No importa en absoluto el cómo, sino el quién. Si Dios guía tu vida, y le permitimos que more en nosotros, guardaremos la ley en la medida que conozcamos esa ley. En nosotros está el decidir progresar o no, pero ni la unión, ni el pastor, ni la Iglesia son patrimonio de algo tan intimo y personal como mi intimidad con Dios.

    Guardar la ley es equivalente a Amar la ley. La interpretación esconde infinidad de sorpresas que a lo largo de la vida del peregrino creyente se irán desarrollando..
    Feliz Sabado amigos

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  18. ¿Ves como sí estamos de acuerdo? Acabas de decir lo mismo que yo, pero con menos palabras. Y si eso es defender una fe sin obras y ningunear a Santiago… Mejor me detengo aquí; iba a decir el nombre de Dios en falso.

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  19. http://www.spectrummagazine.org/cafe_hispano/2010/08/12/la_creaci%C3%B3n_en_la_carta_los_romanos

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  20. Jolin, que chula esta página no? Y todos estos anonimos insultones podrian dar la cara al menos para saber si merece la pena contestarles o no. Aunque son tan cobardes que seguro que tienen cara de aborregados monocordes, mejor no saber quien son no vayan a contagiarnos sus atrofias mentales. ( Cuanto gilipo...suelto madreeee!!)

    Niel Chapó!!

    Encarni

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  21. Perdón por mi simpleza.
    Si bien el cumplir los mandamientos no me ganan la vida eterna, el no cumplimiento (o no obedecerlos deliberadamanente) seguramente hará que la pierda.

    Apoc. 14:6 ..."adorad a aquel que hizo el cielo..."
    ¿Cómo adorar al Creador sin obedecer sus mandamientos...

    Saludos:jc juan carlos

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  22. Ningún comentario es simple. Gracias por participar. Ni las buenas obras nos salvan, y eso lo tenemos claro, pues las "malas" (no sé la diferencia) TAMPOCO NOS CONDENAN. No necesitamos hacer nada para que se nos condene, porque ya hemos sido condenados al nacer. Jesús nos proporciona otra naturaleza que nada tiene que ver con las "obras" que salvan o pierden.. sino con obras que son el resultado de su amor por nosotros..

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  23. ¡Cuidado, Diego! Estás insinuando la doctrina del pecado original y eso es antibíblico. Nos condena apartarnos de Dios. Eso es algo que se hace voluntariamente, no por el hecho de nacer. Nadie nace condenado o salvado. La persona se salva o se condena en el momento en que, voluntariamente, escoge servir o no servir a Dios.

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  24. Diego, saludos.
    ¿Se puede aceptar a Jesús, recibir al Espíritu Santo en nosotros y vivir en pecado (transgresión de la Ley)?
    ¿Qué es servir a Dios?
    Como que cuando se cuestiona la salvación "por las obras" se trata de incluír el cumplimiento de los mandamientos como parte de esas "obras".
    Por tanto, si el cumplimiento de ellos son "buenas obras" (que no nos ganan la salvación), su NO cumplimiento o hacer lo contrario, serán "malas obras"= ahí está la diferencia.
    Cuando decido servir al Señor y he "renacido",he muerto a mi vida de pecado (transgresión de la Ley) por lo que si tengo dioses ajenos, adoro ídolos, miento, robo, etc, NO estoy sirviendo al Señor, esas son "malas obras" y por cierto que me condenan, me apartan de la gracia de Dios.
    Pero en un sentido más amplio, Jesús nos manda a amar a nuestro prójimo, alimentar al hambriento, vestir al desnudo, amparar al desvalido, etc, todas "buenas obras" que como seguidores de Cristo debemos realizar, pero que no nos ganan la salvación, sino que muestra el amor del Señor en nosotros, como comenta la lección de Esc. Sab.

    Tú dices: <> a lo que agrego: obras de nuestro amor hacia el Señor, en respuesta al suyo.

    Pero si no lo hacemos, el amor del Señor no está en nosotros, y es otra manera de hacer "malas obras"

    Atentos saludos:jc (juan carlos)

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  25. Fe de errata:
    Donde dice
    Tú dices, sigue ++sino con obras que son el resultado de su amor por nosotros.. +++ a lo que agrego....
    Atte: jc

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  26. Veamos, Niel no confundas la culpa original con el pecado original. En mi opinión, nacemos pecado, es decir, con tendencias egoistas, con un virus del que no hemos participado porque Dios no nos hace responsables de Él ya que lo hemos heredado pero que suponen la destitución de la gloria de Dios. "Todos pecaron y están destituídos de la gloria de Dios"

    El pecado en singular no tiene nada que ver con los pecados (Comisión de acciones buenas y malas) en plural. Cuando nacemos, somos "pecado" en singular y que yo sepa no comí del la fruta prohibida, no estaba allí...

    Lo maravilloso es saber que hagas lo que hagas, no te salvarías y hagas lo que hagas no te condenarías. Conclusión, no hay nada que podamos hacer, necesitamos un salvador..

    "Todo lo que no proviene de la fe es pecado" y muchas cosas son maravillosas y sin embargo son como trapos de inmundincia..

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  27. Juan Carlos,
    Cuando renacemos en Cristo, cuando recibimos el Espíritu en nosotros, nos proponemos vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
    Pero el problema es que todavía vivimos en un mundo de Pecado que nos hace muy difícil vivir sin pecados, sin "errar el blanco", sin hamartia, sin "meter la pata", es decir, seguiremos transgrediendo la Ley. Como decía Pablo lo que quiero hacer no lo hago,
    El Espíritu nos va transformando poco a poco, pero no de golpe. Debemos ser exigentes con nosotros mismos de acuerdo a la luz que hemos recibido, pero no debemos sentirnos derrotados ni hundidos cuando el bien que quiero hacer no me sale y cometo un pecado o transgredo la Ley. La diferencia entre el que vive en el Espíritu, el que camina en la Ley es que nos damos cuenta de nuestra impotencia y nos agarramos con fuerza al único que nos puede ayudar, nos levantamos y seguimos adelante.
    Pero ese pecado, esa caida, esa transgresión no me aparta de Cristo, porque es el mismo Cristo el que me extiende su mano para que yo me aferre a él y me levante y continue.
    En la Biblia tenemos muchos ejemplos de personas que caminan con Dios y que transgreden la Ley y no son condenados por ello.
    Ya lo he dicho en otras ocasiones, el ejemplo que yo veo más claro es el de David. Un mercenario violento, asesino y adúltero que vivía en Cristo, había recibido el Espíritu y además era elegido y ungido de Dios. Mucha gente dirá que es que se arrepintió. Sí, de algunas cosas. Pero en el lecho de muerte le encarga a su hijo Salomón que mate a un buen señor al que le había prometido que mientras él viviera no sufriría ningún mal. Y sabemos que estará en la Tierra Nueva.
    ¿Hay que cumplir la Ley?
    Sí. Por nuestro bien y por el bien de todo el que nos rodea.
    El no cumplimiento de la Ley ¿me condena? "En esto se muestra su amor, que aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros"
    Esther

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  28. Por tanto, Esther, no nacemos condenados como más arriba afirmaba Diego. Nacemos, eso sí (y en esto estoy de acuerdo con él), con tendencia al pecado, a meter la pata, a errar el blanco, a ca…rla, pero no condenados. Nos condenamos nosotros solitos cuando, obstinadamente, decidimos hacer oídos sordos a la voz de Dios, tiramos por la calle de en medio y hacemos lo que nos sale de las narices en lugar de lo que Dios nos propone. Que, a veces, después de tomar la decisión de seguir a Dios, y aun a pesar de todos nuestros deseos de cumplir su Ley, metamos la pata no implica que volvamos a condenarnos. La condenación, como la salvación, es consecuencia de una actitud, rebelde en un caso y de confianza plena en otro; en ningún caso, ni la condenación ni tampoco la salvación son fruto de nuestras obras.

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  29. ¿Pero por qué Niel hacemos lo que nos da la gana? Eso no es cierto, si tu hicieras lo que tediera la gana, seguro que no coincidirías con PAblo en romanos 7, ¿verdad?

    "Hago lo que no quiero hacer y viceversa"

    Ojalá fuera verdad, pero la realidad es que yo no he decidido pecar, solo soy solidario en esa enfermedad.

    Hemos nacido condenados por herencia, hemos nacido con metástasis terminal, y por cierto, es mi opinión, no hago afirmaciones categóricas. Se trata de debatir, respetando y tolerando, como sabes hacer perfectamente...

    Un abrazo, Niel

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  30. Acabo de borrar un comentario de Nomosbiblion, por ser altamente ofensivo contra uno de los miembros de este grupo, por estar preñado de una extraordinaria bajeza moral, y por incitar a la violencia.

    Espero que no se vuelvan a repetir situaciones como esta, porque me veré obligado a tomar decisiones más radicales.

    Gracias.

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  31. Diego, veo que no he sabido expresarme correctamente. Aclaro algunos puntos que pudieran ser ambiguos.

    Cuando hablo de "hacer lo que nos da la gana" me refiero a aquellas situaciones en las que desoímos a Dios de manera intencionada y permitimos que nuestra innata tendencia al pecado tome el control de nuestra vida, no a los momentos en que, a pesar nuestro, somos víctima de esa misma tendencia y, como Pablo, hacemos lo que no queremos hacer y no hacemos lo que sí queremos hacer. No me negarás que yo puedo decidir si escucho la voz de Dios y deseo hacer su voluntad o no la escucho y, aun conociendo la propuesta de Dios, decido vivir por mi cuenta y riesgo, lejos de él. En tus mismas palabras, yo no pude escoger si pecaba, cierto. Mi pecado está ahí y, por fortuna, me salvo porque, si me aferro a Cristo, no se me tiene en cuenta. Pero sí puedo decidir si sigo pecando. Eso sí me condena.

    Lo sucedido en Edén no es un hecho puntual que se dio sin más; implica un proceso previo de alejamiento de Dios. Si Adán y Eva no hubiesen acariciado antes la idea de ocupar un lugar que no les correspondía no habrían comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Permitieron que los cantos de sirena de Satanás dominaran su mente y prefirieron vivir por su cuenta y riesgo, lejos de Dios. Eso los llevó a pecar y la condenación empezó por ahí.

    Por otra parte, me cuesta aceptar que un recién nacido, por el solo hecho de haber sido alumbrado, ya esté condenado. ¿Qué sucede en los muchos casos en que el bebé muere a las pocas horas de haber nacido? ¿Está condenado? ¿Se salva? Dudo que Dios sea tan sádico que condene a un ser humano por el simple hecho de salir del vientre de su madre. La condenación y la salvación tienen que ver con el libre albedrío. ¿Dónde está el libre albedrío de un infante? Sencillamente, no lo tiene. Me reitero en la idea (mía, claro, y susceptible de ser errónea) de que no nos condenan ni nos salvan tanto las obras como nuestra actitud ante Dios y eso, aunque, repito, puedo estar equivocado, implica un pleno uso de razón, cada cual según sus capacidades. Por eso pienso que heredamos la tendencia al pecado, no la condena.

    Con todo, creo que el tema de la condición del ser humano en el momento de nacer tiene tantas ramificaciones que merecería una entrada propia en el blog hermano de "2 a 1/2 luz". ¿Tú qué dices, Juan Ramón?

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  32. querido Niel, me alegra mucho estar en desacuerdo contigo porque eso significa un plus para mi, porque ya sabes que valoro mucho tus opiniones que incluso las publico porque me pareces un tipo genial con una mente genial, pero discrepamos en relación al concepto de pecado y de pecaminosidad que son completamente distintos. Veamos tus comentarios "Puedo decidir si sigo pecando" error, si así fuera creeme que no pecaríamos porque estoy seguro que nadie que ame al Señor desearía pecar. Es una fuerza innata, de nuestra naturaleza con la que no podemos luchar. Puedo decidir esforzarme por estar al lado de Dios pero no puedo dejar de pecar nunca. Sólo en el momento de la glorificación. En cuanto al Bebé, claro que está condenado aunque Dios lo salve después, como a los locos o a los incapitados, o quizá a todos, porque la salvación es de Dios, es su autor. Ahora chocamos con Calvino que criticaste su predestinación con demasiado osadía si me permites.Lo sucedido en Eden, ¿Un hecho puntual? vamos Niel, fue un hecho crucial, trasformó la creación de la naturaleza de las cosas, de los animales que fueron víctimas y de las cosas creadas. Gracias por el tono de tu disertación, se agradece pero denuncio que no comprendemos el concepto de pecado como tampoco el concepto de amor de Dios. Hemos nacido muertos, y nada podemos hacer. No hay libre albedrío y no me lleves a la hoguera pero no puede existir libre albedrío. De hecho podríamos hablar de un acto de amor y de salvación universal porque en el fondo ¿quién quiere perderse? Dios sólo ha establecido dos opciones, ¿quieres o no quieres? y eso es lo que se respetará, pero nacer llorando (algo que hacemos todos) es la mayor de las contradicciones que podemos experimentar. Gracias Dios por salvarnos y darnos otra oportunidad.. Hemnos heredado el linaje de Jesús, atrás queda el de Adán.. Un beso

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  33. Esther, comparto 99% tu comentario.
    Tengo un matiz con el final del mismo.
    Es totalmente diferente la vida del no creyente, o apartado de Dios, que vive "su" vida. Cuando se encuentra con el Señor Jesús, se da cuenta del pecado y se arrepiente, entonces cambia a "nueva vida en Cristo Jesús".Ha pasado a ser "santo" , apartado para Dios, es una "nueva criatura", "y ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí".
    Ahora pertenece a la comunidad de "hijos de Dios" pero que son "santos pecadores", pues no pueden escapar de caer en pecado, pero resulta que ya "no es su deseo de continuo el mal" como antes de renacer. Ahora es una nueva criatura, débil en la carne, pero fuerte en el espíritu, y con el brazo del Señor ayudando a levantarse de la caída.
    En acuerdo contigo hasta aquí.
    Mi matiz surge de que en algunas doctrinas se enseña que como el observar la Ley (buenas obras) no nos salva, el desobedecerla no nos lleva a condenación. Entonces puedo seguir pecando porque Cristo ya me perdonó, pagó con su muerte por mis pecados y no importa si peco, pues ya estoy salvo.
    Cuento un caso: Un vecino pertenecía a una congregación cristiana pequeña, donde era dirigente, yo conocía su situación de tener DOS esposas y lo veía en el intérvalo de su reunión del "salón" los domingos, salir apresurado hasta el bar de la esquina y tomarse un whisky. Un día en un intercambio de temas bíblicos, (y su prédica invitándome a su fe) se justificó diciendo que tenía dos mujeres porque sería malo dejarlas solas, etc, y que tomaba porque era "la carne", su vicio. Pero que sabía que eso estaba mal, y que lo importante era lo espiritual, que allí el se encontraba en paz con Dios en el espíritu, pues la carne era pecaminosa y el pecado a su tiempo lo iba a ir "superando".
    Y usaba un pasaje "las cosas espirituales se disciernen espiritualmente" para justificar sus doctrinas.
    No pretendo meter este tema en la discusión, sólo es para ilustrar mi convencimiento de que el pecado sí nos condena.
    Pues una cosa es luchar, caer, arrepentirnos, pedir perdón y ayuda al Señor, y otra es que, como el pecado no nos condena, tomarlo como licencia para "ceder a la carne" con mayor o menor frecuencia.
    No creo que el Señor lo apruebe.

    Aquí uso un párrafo de Niel ( con su permiso)

    +++Mi pecado está ahí y, por fortuna, me salvo porque, si me aferro a Cristo, no se me tiene en cuenta. Pero sí puedo decidir si sigo pecando. Eso sí me condena.++++

    Muy "nutritivo" el menú de comentarios.

    Atentos saludos:jc (juan carlos)

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  34. Pues sí, Diego. Es genial que estemos en desacuerdo en algún matiz. ¿De qué íbamos a hablar, si no? supongo que eso tiene que ver con aquello que digo siempre: Cada uno de nosotros ve una cara distinta de la misma cosa y por eso tenemos diferentes maneras de entender lo mismo. Ya sabes que siempre he defendido que la diversidad de opiniones enriquece. En este punto no compartimos pareceres, pero ello no quita que a pesar de lo que algunos puedan creer, podamos estar unidos en la diversidad. Yo al menos así lo siento.

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  35. La fortuna no es un argumento de salvación, el pecado destruye al alma y Cristo la restaura, solo aquellos que viven en obediencia a Cristo pueden sentir la sanación de sus almas.

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